La campaña del peronismo no está aún desplegada. Lo más extenso, denso y profundo tarda más en adaptarse al vértigo. A diferencia del adversario, el cinismo nunca fue un valor elogiable en su historia y la mentira nunca podría ser el eje de una campaña peronista, por más verosímil que ella fuere. En los tiempos que corren, esta característica luce como desventaja, pero constituye más bien un desafío de supervivencia de su identidad.