Murió Francisco, el Papa del Sur. Su legado resurgirá en cada acto de amor que no claudica, en cada comunidad que se organiza, en cada gesto que rehúsa pactar con el poder que mata.
Una pregunta nodal recorre el texto de Miguel Gaya: cuál es la línea que ata a la ejecutora vil de la política represiva del gobierno nacional con el silencio del presidente de la República.
Ricardo Aronskind sostiene que el manejo de la escena por parte de los libertarios permitió ocultar su rendición frente a las presiones del FMI para devaluar y perder así el control del plan económico.
El autor nos ofrece una mirada sobre el control colonial en nuestro continente que, desde hace más de 500 años, sigue excluyendo del derecho a seres humanos para dejar este interrogante: ¿Los derechos humanos pueden considerarse universales?