El filósofo Diego Tatián despide a Horacio González, el ser que tejió una red de amigos y amigas en todas las ciudades o pueblos del país, en el "interior". Tatián destaca que en torno a ese término, que contiene una fuerte carga peyorativa, la curiosidad viva de Horacio González por lo que sucede lejos, más allá de la propia ciudad, de la universidad, del circuito cultural de Buenos Aires, es lo que atesora -en su interior- una palabra que Horacio quería mucho, para él cargada de enigma y de promesa: La palabra Argentina.