Los adelantos comprensivos que la humanidad desarrolló entre los siglos XIX y XX, relacionando las posiciones políticas con los intereses económico sociales, están quedando sepultados por un aluvión rocoso que sitúa la narrativa según los intereses del poder. Las categorías izquierda y derecha son funcionales a la propaganda de los poderes concentrados, y el periodismo, transmutado en propaganda, no es periodismo, es propaganda alineada a los estados del llamado centro mundial.