Ante una cuestión tan grave como la pandemia de Coronavirus, es urgente fortalecer la capacidad del Estado de hacer cumplir las normas que garantizan no sólo la convivencia social, sino la vida. A la anomia que ha caracterizado a buena parte de los comportamientos diarios de los argentinos, se le deberá contraponer la firmeza de las normas basadas en el bien común y aplicar la Ley sin miedo, con eficiencia, para demostrar que hay formas más cordiales y respetuosas de vivir en la Argentina.