La flagrancia del fraude cometido por el grupo que encabeza el presidente Javier Milei, así como la magnitud del daño ocasionado, probablemente signifiquen el comienzo de la caída de un régimen cruel e inhumano, el de un presidente que, rodeado de sus grandes perros, cubre las paredes de la residencia oficial con imágenes propias y que al son de una ópera a todo volumen, concretó una de las estafas más grandes y obvias que se conozcan.