El 30 de agosto se conmemoró el Día Internacional de los Detenidos Desaparecidos, una jornada que busca generar conciencia sobre la persistencia de la práctica de desapariciones forzadas y rendir homenaje a las víctimas.
A partir de experiencias como los escraches a los genocidas o las intervenciones gráficas en los juicios por delitos de lesa humanidad, impulsadas por H.I.J.O.S, es necesario pensar cómo estas acciones rompieron silencios, construyeron resistencias y habilitaron nuevos consensos sociales, abriendo preguntas sobre su vigencia y resignificación en los contextos actuales.
Con un texto a caballo entre la crónica y el artículo de opinión, Flavio Crescenzi se suma también al pedido de una vuelta al humanismo, pero aclarando que este deberá ser, además de crítico, esencialmente trascendente.