Si el clima general de la conmemoración de los 40 años ininterrumpidos de democracia es el de una alegría gastada, ya usada, sin frescura, que parece haber dado todo de sí, en esta nota el autor plantea la indagación sobre los usos y los desgastes de la democracia argentina, que tal vez pueda ayudar a encontrar una imaginación política renovada.