Las cacerolas que hoy vuelven a sonar lo hacen para atacar a un gobierno que se enfrenta a una crisis inédita que conjuga, al mismo tiempo, desastre económico heredado por cuatro años de furioso neoliberalismo y una pandemia global que no se sabe cuándo ni cómo terminará. Esas cacerolas son empuñadas por una clase medias asustada, azuzada por los medios de comunicación que trabajan para darle fortaleza a un sentido común desprovisto de autonomía y que ha abandonado todo argumento para refugiarse en el más puro resentimiento.