La tierra tiene un diámetro de 12.756 kilómetros. Es mucho menos vasta de lo que parece. La vida sobre ella está cercada por el calentamiento global producido por un productivismo y consumismo descontrolado estimulado en especial por el capitalismo. Nadie con seriedad lo niega, pero tampoco se han movilizado las sociedades en la corrección del rumbo. El desafío es establecer un paradigma que difiera de la noción comunitaria que alberga a la civilización actual para que tenga la oportunidad de canalizar de modo menos destructivo la crucial certeza de finitud que condiciona la existencia de la especie.