Horacio González se interroga sobre cómo los organismos gubernamentales y de financiación internacional aprendieron que sus decisiones opresivas se deberían presentar bajo el ropaje de un plan de atención a los humillados de la tierra, invirtiendo sus lógicas para presentarlos como el montaje de actos de preocupación por los pobres, que tan buenos resultados le diera al macrismo.