En una campaña en la que el periodismo basura impuso el tono banal, los políticos tiraron golpes de efecto para ponerse a la altura de ese enanismo. Consiguieron hacer reír con palabras e imágenes bizarras aún a riesgo de que se rieran de ellos. Pero habría que discriminar. No todo es joda: ni los llamados al golpe ni el siniestro derrotero de Javier Milei.