Estas reflexiones pueden leerse como un hilo de Twitter nacional y popular. O sea, seguidas o salteadas. Cada tuit –antiguas fichas de investigación– arranca con una pequeña oración en cursiva que sintetiza su contenido. Se trata de una especie de rayuela. Cada salto es un asalto al peligro del fascismo, palabra sobre la que se proyecta cierto negacionismo difundido en sectores del campo propio, porosos a ese flujo libidinal oscuro, y en el campo antagonista, cuyos integrantes conspicuos la arrojan contra su otredad social y política.