Mario Goloboff escribe esta semblanza sobre el autor de Yo el Supremo, obra mayor que respira muy profundamente la atmósfera de la Argentina a principios de la década del ’70; la Argentina lo marcó, y su texto, sostiene Goloboff, está contagiado de este país, de Buenos Aires, de sus reuniones de café, sus discusiones políticas, culturales y de sus mitos.