Horacio González escribe una semblanza sobre Pino Solanas en la que sostiene que la vida de Pino fue cinematográfica porque el cine le pareció un instrumento de investigación donde había cuestiones de la política, del lenguaje corriente, de las imágenes universales, de las de la “fábrica de imágenes nacionales”, y de la reorganización estética de la urbe, que el artista -a la manera de un futurista buscando su destino-, las debía tantear en las nieblas de la política.