La pandemia, sumada a los problemas estructurales que arrastra el país y al agravamiento provocado por el macrismo, ha hecho que los márgenes para tomar políticas consensuadas se achiquen. El gobierno nacional continúa preso de una inhibición aprendida a lo largo de todo el trayecto democrático, reforzada por un estilo moderado para no parecer “agresivo” frente al aparato comunicacional incólume de la derecha. Es en este cuadro político-social que resulta imprescindible que comience a expresarse con toda su diversidad la fuerza latente de los que realmente están comprometidos con el destino de Argentina y su gente. El campo nacional no puede seguir sometido a la mirada disciplinadora de la derecha liberal que establece límites a las políticas públicas de los gobiernos populares.