La conducta barrabrava de Javier Milei hacia los gobernadores que reclaman respeto a las leyes, es un signo de debilidad, de impericia política y de desconocimiento de sus propias obligaciones como gobernante electo.
Decir que el Estado es una organización criminal es despreciar la historia de Atenas y de Roma, también la de Moscú y de Jerusalén. Los nombres de esas ciudades son símbolos; la humanidad pervive a través de ellos.
El “no hay plata” es menos para las clases que gobiernan que para los trabajadores. En esa contradicción ya tenemos un rasgo de fascistidad, sostiene Rocco Carbone.
Rosario atraviesa una situación tremenda, absolutamente previsible por otro lado. Desde hace 15 años, la debacle es indetenible, aunque ha habido una “política de Estado” en la que han coincidido todos los gobiernos nacionales y provinciales.