“Entonces Jesús fue conducido al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo”, así comienza la narración de la tentación a Jesús por el diablo en el desierto. La narración tiene la finalidad de la representación simbólica del emperador, que recibe el nombre de “diablo”, el que divide, opuesto a “símbolo”, el que une. La dominación se realiza mediante la división. El mundo está dividido entre los amigos y los enemigos. El debate por la dialéctica del poder ha comenzado y ya no terminará.