La autora de este artículo sostiene que ante la clausura de la memoria de las luchas que el neoliberalismo impone, urge discutir usos del feminismo –aunque también extensivos a las derivas identitarias y al pensamiento decolonial-, que trafican mediante vocabularios llamativos y programáticas fragmentacionistas, una renuncia absoluta a reconocernos en los legados de proyectos colectivos nacionales y latinoamericanos en clave antiimperialista.