Hugo Presman sostiene en esta nota que la presencia y crecimiento de los mal llamados “libertarios” produjo un desplazamiento de la sociedad hacia un conservadorismo feroz, recibido en franjas fundamentalmente jóvenes y masculinas. Los pueblos no se suicidan, dicen los optimistas; pero hay sobrados ejemplos de que lo intentan, responden los pesimistas. Presman afirma que pensar salidas que sean la entrada a un país distinto y posible al borde del abismo, es tan difícil como imprescindible.