Tan camaleónica en su imágen como en sus posturas políticas, Lilita siempre ha sabido sacarle el jugo político a su aspecto: desgreñada y pobretona en los momentos de su discurso más progre (con un touch cristianuchi); cuero, botas y apliques simil esvásticas para su alianza con Macri. Siempre vestida para la ocasión, desde que era niña. Por ahí va este capítulo 23 de la biografía molesta "LA CARRIÓ - Retrato de una oportunista" que viene titulado con una pregunta: La pinta... ¿Es lo de menos?. Entrele nomás, con confianza, aunque a ella le quede incómodo y le tire de sisa.