En la tarde del último sábado 27 de febrero, la oposición al gobierno de Alberto Fernández colgó bolsas mortuorias en la histórica Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada. Se cruzó un límite impuesto por la democracia. La derecha opositora marcó la cancha donde quiere disputar el año electoral y su después: en el campo de una latencia de muerte impiadosa que persiste en esta nación que habitamos.