Horacio González sostiene en este artículo que el hablar sin cálculos pre-masticados o sin los ocultos timbres que pulsa nuestro miedo -es decir hablar con la razón crítica, de la mano de la razón prudencial-, puede garantizar que la sociedad argentina repiense su historia, sus capacidades, sus formas ocultas o explícitas de violencia, y los legados de Alfonsín y de Kirchner, ambos imprescindibles para que las dos fuerzas populares de las que ambos emergieron, no se revuelquen en sus escenas más burocratizadas y oxidadas.