La política popular tendrá que perder el respeto a las ideas que provienen del mundo del dinero para poder liberarse de ataduras intelectuales conservadoras, y así imaginar y proponer un proyecto realmente alternativo y transformador.
Los nuevos espacios liberalfascistas encarnan la síntesis totalizante del neoliberalismo del siglo XXI. Un aura de desencanto recorre este tiempo habitado por leones que ya no rugen, solo gritan.