Luis Mattini afirmó en su libro La política como subversión, una mirada sobre la teoría y práctica del Poder Popular: “hemos cometido un solo pecado imperdonable: No haber sido ni ser suficientemente subversivos”. Una frase como esta, sostiene el politólogo Diego Sztulwark, válida tanto para su generación como para la nuestra, contiene una clase de verdad más útil que las que encontramos en cierto relato heroico congelado, que despoja las hazañas armadas del pasado de su carácter dramático y situado.