La frase que encabeza este artículo pertenece a un intelectual argentino que es muy citado, poco leído y nada comprendido. Se trata de Arturo Jauretche, quien en coyunturas nefastas por las que atravesó nuestro país, supo decir las cosas con valentía y precisión, aunque esto le valiera el silencio de los medios masivos de comunicación y un rápido “olvido” de los sectores que él representaba como ninguno.