La frase expresada por el Presidente, entre la economía y la salud prefiero la salud, puede entenderse no como una desmesura anti económica, sino como el mejor tratamiento que pueda y deba tener la economía política, el que surge del saber que reposa en sus pliegues internos respecto a la elección de cuándo corresponde la subordinación al sector de riesgo de la humanidad, y al mismo tiempo puede ser el basamento de una suerte de metafísica existencial secreta, ya que no hace falta construir una bandera con ella pero que se palpa como un tipo de humanismo nuevo, crítico de sí mismo, que piensa bajo la duda de sí y la afirmación de las grandes causas que recorren los subsuelos del pasado, del presente y del futuro.