La pandemia del odio se extiende por el mundo a través de un sistema destructivista cuyos personeros son los misópatas: No se trata de una “derecha sin complejos”, sino de enfermos de odio que instigan la violencia, hacen apología del crimen, cometen asesinatos, atentan contra autoridades políticas democráticamente elegidas, actúan fuera de las reglas de la convivencia republicana y ponen en riesgo el pacto civilizatorio de nuestra humanidad.