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Pandemia de odio – Por José Muchnik

La pandemia del odio se extiende por el mundo a través de un sistema destructivista cuyos personeros son los misópatas: No se trata de una “derecha sin complejos”, sino de enfermos de odio que instigan la violencia, hacen apología del crimen, cometen asesinatos, atentan contra autoridades políticas democráticamente elegidas, actúan fuera de las reglas de la convivencia republicana y ponen en riesgo el pacto civilizatorio de nuestra humanidad.

Por José Muchnik*

(para La Tecl@ Eñe)

Como una baba amarilla se extiende el odio[i], el racismo, la persecución de minorías, los atentados políticos contra personalidades y líderes que alzan su voz contra la injusticia y la discriminación. El 1ero de Septiembre de este año, falló el disparo destinado a asesinar a Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidenta de la república. Argentina estuvo al borde del precipicio. La pandemia de odio no tiene fronteras ¿Cuántos líderes sociales, indigenistas, campesinos, periodistas, defensores de la naturaleza, de los derechos de la mujer, de los homosexuales…? ¿Cuántas Marielle Franco?[ii] ¿Cuántos Santiago Maldonado?[iii] ¿Cúantos Rafael Nahuel?[iv] ¿Cuántas Berta Cáceres?[v] ¿Cuántos 43 de Ayotzinapa?[vi] ¡¡¡¿Cuántos?!!! Cuántos más caerán por desear otra vida, por repartir horizontes a los excluidos, por decir pachamama es nuestra tierra, cuidémosla, por decir esta cultura es nuestra, respetadla… En América Latina el virus del odio ataca con virulencia, ya no se limita a “guerrilleros subversivos”, su espectro se amplió, ataca a todos los que sueñan cambiar el orden de la infamia. Al norte el virus recrudeció ¿Escucharon a Donald referirse a los latinos violadores ladrones drogadictos…? Para justificar el Muro del Odio en la frontera con México. Mejor no hablar de la “civilizada” Europa, neonazis en Alemania; Vox en España, Fratelli d’Italia Meloni Meloni, Le Pen y Zemmour en Francia… A decir de la prensa bien hablada una “derecha sin complejos” vuelve a ocupar la escena.

Misópatas: la batalla del lenguaje.

“Mal nombrar las cosas es aumentar la desgracia del mundo” afirmó el escritor Albert Camus. Misópatas, enfermos de odio, del griego miso (odio) y pathos (enfermedad). Hay que llamarlos por su nombre, nombrar seres y cosas es esencial para su existencia, por algo nombramos ríos y mares, árboles y pájaros, calles y ciudades, por algo nos nombran al nacer. Nombrarlos sirve a identificarlos, no se trata de una difusa nebulosa, de una “derecha sin complejos”, se trata de enfermos de odio, instigan la violencia, hacen apología del crimen, cometen asesinatos, atentan contra autoridades políticas democráticamente elegidas, actúan fuera de las reglas de la convivencia republicana. ¡Libertad de odiar no! Libertad que atenta contra los principios de convivencia en sociedad ¡No! Falsos Libertarios que rinden culto al libre mercado y se oponen a que las mujeres dispongan libremente de su derecho de procreación ¡No! Las leyes y dispositivos jurídicos en vigencia existen, que se apliquen para castigar a los misópatas, propaladores del odio. .

La batalla del lenguaje es decisiva. Insisto: no ganaremos batallas en el orden social, político o económico si perdemos la batalla del lenguaje. Los ideólogos del “destructivismo” lo tienen claro, el secuestro de la palabra “Libertad” para ponerla a trabajar a su servicio es ejemplar, “Libertad Avanza”, “Fundación Libertad” “Partido por la Libertad”, libertarios Qanon en USA… ¿Les recuerda algo? Se trata de misópatas liberticidas. Desde antes, cuando inventaron el “libre cambio” en los comienzos del “liberalismo” para designar un mercado que no tiene nada de libre o nombraron “libre competencia” para disimular el reino de los monopolios y opacas firmas offshore. Nada nuevo, desde siempre los grupos dominantes manipularon el lenguaje según sus intereses. Los que deseamos cambiar el orden de las sillas, abrir caminos para llegar a otros horizontes, debemos asumir esta batalla, que los nombres y las cosas coincidan, que Justicia sea Justicia, que Democracia sea Democracia, liberar la Libertad secuestrada por los heraldos del odio.

Podemos incluso tratar de cambiar la manera de nombrar las cosas, nadie lo prohíbe. Digo “destructivismo” porque esto no nace espontáneamente de un día para el otro, son las consecuencias de siglos de un modelo de desarrollo que podemos calificar de “destructivista”. Llamarlo capitalista, como lo hacemos de costumbre, sería, a esta altura de la historia, casi un halago. Este modelo de desarrollo no nos capitaliza, sino que nos destruye, destruye tanto el capital humano como el capital que recibimos de la naturaleza. En aras de maximizar rentabilidades y beneficio monetario las grandes compañías destruyen a la gente que devienen seres descartables cuando ya no son rentables. Destruyen la naturaleza: tierra, bosques, aire, ríos, mares… son sacrificados en el altar de la rentabilidad y máximos beneficios.

La construcción del odio

¿Podemos hablar de una pandemia de odio? ¿Existen rasgos comunes entre los grupos que pululan en todo el mundo? Antes que nada precisemos que este tipo de odio no nace espontáneamente después de la lluvia, ni se decide por decreto, es fruto de un proceso histórico. El principal común denominador es la deshumanización del “otro”, tratar de que no vean más a ese “otro” como a un ser humano, entonces se puede pasar a la fase de aniquilación. En la historia de la humanidad ningún genocidio vino sólo, se requieren siglos y siglos de demonización de las víctimas, de construcción de relatos, mitos, mentiras… Las matanzas de indígenas en América necesitaron un soporte ideológico, eran salvajes, casi animales, no tenían alma[vii] ¿Qué impedía masacrarlos? Qué impide marginalizarlos, despreciarlos hoy en día, en nuestros democráticos países, las huellas del odio no son de arena, quedan grabadas, marcan historia y mentes. Muchas mediciones de cráneos, muchas publicaciones científicas[viii], hicieron falta para justificar que los negros capturados en África pertenecían a una raza inferior, podían decir entonces que esclavizarlos era un acto humanitario para que accedan a la civilización. Muchos siglos hicieron falta para demonizar a los judíos, desde la “teoría del deicidio”[ix], hasta los “Protocolos de los sabios de Sion”[x]. Hitler no nació de un repollo, fue un odio cultivado durante siglos que llegó a su apogeo en campos de exterminio y cámaras de gases ¿Y el genocidio del pueblo armenio por el gobierno de los Jóvenes Turcos del Imperio otomano? ¿Y el genocidio del pueblo Tutsi en Rwanda? ¿Y en Camboya? ¿Cómo llegaron a exterminar veinte por ciento de la población? (dos de los diez millones de habitantes) Entre camboyanos, misma nacionalidad, misma religión… ¿Cómo se explica? ¿Por qué?

En Argentina son años y años de demonización del peronismo y de sus líderes, desde el “Viva el cáncer” frente al lecho de muerte de Evita hasta la bala que no asesinó a Cristina, el mismo odio, los mismos colmillos tendidos. Desde “el problema de Argentina es el peronismo” hasta el “son ellos o nosotros”[xi] el mismo hilo destructor, las mismas proscripciones, la misma metralla en Plaza de Mayo, los mismos fusilamientos en basurales de José León Suarez. Hicieron falta muchas cloacas, mucha agua pestilente diseminada por medios, prensa, redes… para que ese criminal se embeba del odio necesario, empuñe el arma, intente su magnicidio. Y… cuesta decirlo… cuesta hablar de lo que fuimos capaces, de nuestro propio genocidio ¿Cómo fue posible? ¿Cómo fue posible torturarlos, fusilarlos, tirarlos al mar? Nuestros 30.000 desaparecidos fueron el resultado de la deshumanización, del odio inculcado durante años, no eran compatriotas, eran anti-patrias, no respetaban la civilización, los valores occidentales y cristianos, eran la parte impura / maldita de nuestra sociedad, había que extirparla… y así trataron de hacerlo. La vida no transcurre en blanco y negro, también los asesinos necesitan “buenas acciones”, sentir que aún pertenecen a la especie humana, decidieron entonces darles una oportunidad a los bebés, los “confiaron” a familias capaces de darles una “buena educación”. Como los colonizadores ingleses en Australia o en Canadá, luego de someter a los aborígenes les arrancaban los hijos para “formatearlos” en escuelas religiosas “comme il faut”, para ellos un “acto humanitario”. El virus del odio mata, es contagioso, no debemos tratarlo a la ligera.

Crisis y pandemia de odio en el siglo XXI

Podíamos esperar que ya bien avanzado el siglo XXI las olas de odio disminuyan, pero asistimos a todo lo contrario. No debe sorprendernos, las crisis producen caldos de cultivo apropiados para su reproducción. Pestes, sequías, depresiones económicas, catástrofes naturales… fueron siempre favorables a las explosiones de odio, en todos los tiempos y bajo diversas variantes. Razón de más para sonar la alarma en este momento, no sólo se agudiza la crisis económica, la exclusión social, los conflictos políticos… Irrumpe la crisis medioambiental, ya no es una hipótesis a futuro, una suposición de ecologistas trasnochados, el cambio climático está ahí, en América, Europa, China, India… un verano infernal, ríos del mundo clamando socorro, bosques y selvas retorciéndose entre llamas… Terreno más que favorable para la emergencia de misópatas, de esa “derecha sin complejos” que siembra odio, vocifera, invectiva, pide muertes… también asesina.

El odio se encarna en la subjetividad del individuo, para que ese sentimiento individual adquiera una dimensión colectiva, para que la dimensión psicológica y la dimensión social converjan, actúan los “manipuladores del odio”, ellos saben explotar resentimientos individuales encauzándolos para odiar en masa, odiar a un grupo cultural, étnico, social, político, religioso… Los movimientos de odio reconfortan al mismo tiempo a los individuos que en ellos participan, les confiere un sentimiento de pertenencia grupal, el efecto jauría. Las acciones criminales contra sus víctimas tienen el doble objetivo de conferirles existencia, ocupando el espacio público, y de reforzar la dinámica grupal. Por eso hay que tomar muy en serio el crecimiento de estos grupos misópatas, pues tienen su anclaje social, conexiones con los medios, sectores empresarios, políticos… No alcanza con tildarlos de “neofascistas”, debemos analizar los fundamentos y modos de acción de los odiadores seriales del siglo XXI. El virus amplió su espectro de ataque; los blancos del odio se multiplicaron: movimientos por el derecho de la mujer a la interrupción del embarazo, contra la violencia machista, asociaciones en defensa de los homosexuales, asociaciones indígenas… se suman a sus blancos tradicionales: “comunistas”, “zurdos”, líderes sociales, sindicales… Sus modos de acción también evolucionaron, las nuevas tecnologías les confieren mayores posibilidades de reclutamiento y de difusión, odios antiguos con armas nuevas: fake news, redes, bigdata… El cóctel es explosivo; al hablar de pandemia de odio no exagero, actualmente en Europa y en USA, la teoría del “gran reemplazo” o de la “gran sustitución”[xii]refuerza el renacimiento de la xenofobia y del “supremacismo blanco”, se desarrolla incluso un “laisser faire” una cierta pasividad / insensibilidad frente a los propagadores del odio. ¿Cuántos inmigrantes ilegales se ahogaron hoy en el Mediterráneo? ¿Cuántos se congelaron el último invierno en los bosques de Europa? ¿Cuántos murieron de sed en el desierto de Sonora? ¿Se trata de humanos? Vaya a saber. La prensa ya ni siquiera informa.

El amor también existe

Antes de que surjan irónicas sonrisas aclaro: no pretendo enfrentar a los misópatas con poemas de amor. Tampoco nos dejemos ganar por el odio, ni la insensibilidad, va de nuestra existencia como país, va de nuestra condición de seres humanos libres. La libertad exige una ética, exige valores. Se trata de una lucha de largo aliento, pretender erradicar los crímenes causados por el odio, a carácter religioso, político, social o cultural, es como querer entrar en otra era de la humanidad. Más que una utopía formulamos una orientación y una advertencia, para combatir el odio hará falta tiempo y perseverancia, no alcanzará con leyes y castigos jurídicos, será fundamental desarrollar la educación y prevención contra el virus. En manuales escolares, en los medios, en los programas culturales… mostrar los hechos, transmitir la memoria, las consecuencias de los movimientos inspirados por el odio, en nuestro país y en el mundo. Mostrar también que solidaridad y fraternidad entre semejantes es posible, que es posible luchar contra el racismo, por la justicia social… Valores constituyentes de una ética que permita construir otra política, otra economía, otra relación con la naturaleza, para salir de la catástrofe que estamos viviendo ¡Y el amor! El amor en las evoluciones y relaciones sociales ¡También es posible!

“Por eso estos versos / para ti / para nuestros hijos / para nuestros hermanos / para los excavadores del futuro / Para decirles / hubo también amor / hacia los fines de la era del oprobio / No solamente bombas / no sólo ciudades arrasadas / no sólo grises mercaderes / Hubo también amor / por eso existen”[xiii]

¡No ganaréis nuestro odio! ¡A ustedes hablo odiadores seriales! ¡No ganaréis nuestro odio! No entraremos en vuestro pantano, no saldremos por la ciudad a pasear horcas y guillotinas, no pronunciaremos vómitos en el Palacio de Justicia, no fabricaremos fake news como flechas envenenadas… No miréis así, sabéis bien de lo que hablo. ¡No ganaréis nuestro odio! ¡Tampoco ganaréis nuestro miedo! Un antes y un después, el desafío está lanzado, la lucha será larga, paz y justicia lo valen.

Notas:

[i] Odio: “Sentimiento violento de repulsión hacia alguien, acompañado del deseo de causarle, o que le ocurra, algún daño.” (Diccionario María Moliner, 2002, Madrid

[ii] Marielle Franco, Rio de Janeiro (1979), feminista, militante de los derechos humanos, y de los derechos de las mujeres negras en Brasil, asesinada en su ciudad de nacimiento en el año 2018.

[iii] Santiago Maldonado (1989) 25 de Mayo, Provincia de Buenos Aires, artesano, defensor de los derechos de los pueblos originarios, asesinado en 2017, en el Pu Lof Mapuche de Cushamen,  Chubut.

[iv] Rafael Nahuel: joven mapuche de 22 años, integrante de la comunidad Lafken Winkul Mapu, asesinado el 25 de noviembre de 2017 en Río Negro, como consecuencia de un disparo por la espalda realizado por un integrante del grupo Albatros de la Prefectura Naval.

[v] Berta Cáceres (1971) La Esperanza, Honduras, líder indígena lenca, feminista y activista del medio ambiente. Asesinada en 2016 en La Esperanza, Honduras.

[vi] Se refiere a los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, México, que permanecen desparecidos desde el  27 de septiembre de 2014 , luego de la intervención de las policías municipales de IgualaHuitzuco, Cocula y Tepecoacuilco, la policía estatal de Guerrero y elementos del Ejército Mexicano.

[vii] Hizo falta la bula “Sublimus Deus” del papa Pablo III, en 1536, para estipular que los indígenas tenían alma

[viii] El antropólogo Theodor Mollison y el médico Eugen Fischer se dedicaron a comienzos del siglo XX a la medición de cráneos para probar la superioridad de la raza blanca, entre sus discípulos figuraba el siniestro Josef Mengele. Los cráneos africanos los obtenían de las masacres de los pueblos hereros y namas, Namibia actual, primer genocidio del siglo XX, entre 1904 y 1907, cometido por el ejército alemán.

[ix] Desde la antigüedad se imputó a los judíos de deicidio, la muerte de Jesús, recién en 1965 la declaración  Nostra Aetate del Concilio Vaticano II iniciado por Juan XXIII  desliga la responsabilidad colectiva de los judíos en la muerte de Jesús.

[x] Los Protocolos de los sabios de Sion, es un libro apócrifo, escrito a pedido de la policía secreta zarista, publicado por primera vez en San Petersburgo en 1902, cuya finalidad era mostrar una supuesta conspiración judía para dominar el mundo. Una manera de justificar los numerosos pogroms (matanza de judíos) en la Rusia de esa época.

[xi] Expresión de Ricardo López Murphy, diputado nacional, agosto 2022.

[xii] Teoría del gran reemplazo,  desarrollada por el escritor francés Renaud Camus, en 2010, retomada por movimientos de extrema derecha franceses y europeos. Sostiene que existe una conspiración para reemplazar las poblaciones europeas originarias, por inmigrantes provenientes de África del norte y otros países a mayoría musulmana, apunta específicamente a un supuesto expansionismo islamista.

[xiii] Extraído de Arqueología del amor, en Di-Amantes, J. Muchnik, 2019, ed. CICCUS, Buenos Aires.

París, Francia, 10 de noviembre de 2022.

*Poeta y antropólogo.

1 Comment

  1. raúl emilio vera dice:

    Me pareció bueno el término «misópatas» (buena toda la nota pero destaco ese vocablo).