Rocco Carbone despide a Horaco González con el deseo de que sepamos mantener entre nosotrxs, ritualmente, la figura de Horacio, de su lengua, de sus gestos amistosos; para que sepamos mantener vivo el fuego gonzaliano.
El sociólogo Sebastián Russo despide a Horacio González, y comparte con sus amigos, con los lectores, la herencia liberada y liberadora del gran escribiente, el gran orador, el gran conversador. El de la tenue y tenaz voz pública. Una voz ante otros, una voz responsable.
Esteban Rodríguez Alzueta escribe esta semblanza sobre Horacio González y lo despide con un deseo y un brindis: “No sé si el siglo será delezeano, pero muchos soñamos que sea gonzaleano. Motivo de orgullo para seguir trabajando y levantar una copa en tu memoria Horacio querido.”
A partir de la carta de intelectuales y artistas afines al macrismo, el psicoanalista Sebastián Plut analiza la radicalización del discurso del odio y el negacionismo que ese espacio político, social y cultural expresa.