La conducción es una acción simbólica que a diferencia del liderazgo se construye políticamente y debe componerse con la articulación de los distintos actores en juego.
Poner los máximos esfuerzos en una “interna” partidaria parece desconectado de la realidad social apremiante y no resulta práctico en términos de cómo generar la fuerza y la organización que permitan pasar a una nueva etapa política.
Marcelo Brignoni sostiene en esta nota que la insólita idea de atacar a Axel Kicillof y pretender transformarlo en un nuevo Alberto Fernández, exhibe claramente una estrategia que no supera la pretensión de la primera persona del singular.
Las dos opciones partidarias que se presentan auguran un final entre un peronismo cualunque, amorfo y menemista, o un peronismo que sabe que su mejor programa de gobierno serán los días más felices con Perón y Evita, con Néstor y Cristina.