Jorge Alemán sostiene en este artículo que el espíritu anarquista siempre se encuentra con la siguiente encrucijada: diluye las fuerzas de la contienda, borra las fronteras del antagonismo. En este sentido, comparte un mismo punto de vista con la vieja tradición liberal y con cierta izquierda que se considera a sí misma radical. De este modo, el anarquismo es un liberalismo clásico que se imagina revolucionario y que apela a formas de vida singulares sin dar cuenta de su posible traducción política.