La relación entre la poesía y la política–afortunadamente para la poesía– es siempre conflictiva. En lo que la humanidad lleva de historia, la política tuvo y tiene que ver con el poder, que se gesta por abajo y se desvirtúa en ese aire enrarecido de las altas esferas. Es preferible, entonces, la política de la poesía, que es esencialmente libre, desconcertante, asombrosa, libertaria.