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La batalla del lenguaje, la batalla por nombrar al mundo, por acercar las palabras a la verdad, deviene una batalla esencial si pretendemos ganar batallas en otros órdenes: social, económico, político… Por eso este llamado a nombrar la deuda como corresponde, nombrarla correctamente es el primer paso antes de sentarse en la mesa de negociaciones. Rechazar el pago de la deuda injusta, ilegítima e impagable es también un acto de reparación histórica. A los poderosos del planeta advierte el poeta José Muchnik: es hora de renunciar a ciertos privilegios, la caldera está al borde de la explosión, o nos salvamos todos o no se salva nadie; hay que refundar el sistema, las modalidades, reglas y leyes que rigen las relaciones entre los hombres y con la naturaleza.