La gerontocracia política ya gozó de su oportunidad para ejercer el poder político y así estamos, sostiene Carlos Caramello en este artículo, y afirma que la sociedad está reclamando credibilidad y legitimidad en sus dirigentes, aspectos que mostrarían una mejor predisposición hacia la política si apareciesen nuevos dirigentes en los que depositar su confianza. Es la hora de los jóvenes.