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EL HABLA ENCENDIDA DE LO COMÚN – POR MARCELO PERCIA

Ilustración: Pablo Suárez/ Narciso.

Marcelo Percia reflexiona sobre el mundo social en el cual vivimos, un mundo de existencias encapsuladas donde la interacción consiste en contactos sin afectación corporal. Y advierte que lo vivo, la vida en común, peligra si no cuidamos la llama de la afectación.

Por Marcelo Percia*

(para La Tecl@ Eñe)

Urge decir que quienes nos dedicamos a eso que todavía se llama salud mental tenemos la responsabilidad de que no se apague la llama de las afectaciones en la vida en común.

Interacciones siguen protocolos y convenciones, prescriben y administran.

Actúan como envases que protegen sensibilidades.

Actúan como trajes que preservan del fuego de las afectaciones.

Y, cuando eso no alcanza, queda calzarse la escafandra del sentido común.

El sentido común ofrece respuestas automáticas.

El sentido común, ante tristezas, duelos, desánimos, hastíos, hartazgos, enfermedades irremediables, apela a la voluntad.

El sentido común provee frases hechas, consejos, máximas morales, lecciones de vida: “ya se te va a pasar”, “no le hagas caso”, “no lo llames más”, “pensá en otra cosa”, “no hay mal que por bien no venga”, “hay que tocar fondo para poder salir”, “fingí demencia”, “querete”.

Interacciones cultivan indolencias.

Interacciones pasan de largo.

Como la escena de la ciudad en la que se sigue camino reparando apenas un instante en una fragilidad caída que extiende la mano para recibir algo.

Como los noticieros que tras la imagen de una catástrofe (una matanza o una injusticia) hacen amenos los datos o la información pasando a mostrar un gol o el embarazo de una joven, blanca, sana y exitosa actriz del momento.

Pasar de largo para que algo que nos toca no nos toque.

Pasar de largo para sentir casi sin sentir.

Pasar de largo transformando lo vivido en dato o información.

Pasar de largo como procedimiento de esterilización de las sensibilidades.

El ideal de la interacción consiste en contactos sin afectación.

Una vida de emociones blindadas como ocurre en la guerra, en la violación, en el ensañamiento de la crueldad.

Excitaciones sin afectación que gozan descargando violencias.

Asistimos a la muerte del teatro como escuela de pasiones.

El teatro se ha vuelto espectáculo.

El espectáculo como adiestramiento a la distracción, al olvido, a pasar rápido a otra cosa.

La escena del dolor no provoca dolor.

Espectáculos promueven una distante racionalización, un compartimiento como excepción o como circunstancia que no nos va a llegar.

Espectáculos inhiben afectaciones o las regulan. Fascinan y estimulan pasividades espectadoras.

Espectáculos mediatizan y dosifican sentimientos.

Si interacciones pasan de largo por las emociones, las clasifican o las etiquetan, afectaciones se detienen en la pregunta ¿qué nos está pasando?

Afectaciones interrumpen la premura de seguir como si nada.

Afectaciones abisman.

Afectaciones se toman el tiempo para sentir lo que no sabemos nombrar.

Afectaciones llaman a morar en preguntas que no podemos responder.

A veces, eso que nos pasa no se puede sentir, o no se sabe decir, o se prueba decirlo por primera vez apelando a palabras inseguras. O, de pronto, se escucha lo que nos sabíamos que nos pasa en una voz que sale de otras bocas.

En las interacciones una existencia encapsulada se relaciona con otra existencia también encapsulada.

En las afectaciones se mezclan las corporalidades.

Interacciones ocurren entre una acción y una reacción que, a su vez, se vuelve acción que provoca otra reacción.

Interacciones inclinadas a la bondad practican la compasión, la caridad, la piedad, la lástima, la conmiseración.

Practican acciones adecuadas ante el infortunio ajeno.

Se calzan envolturas empáticas reguladas.

Afectaciones cruzan fronteras.

Afectaciones suponen una común afectación.

Afectaciones no relacionan vidas separadas o vinculan dos existencias entre sí, afectaciones contaminan, contagian, trasvasan.

Afectaciones nos recuerdan que estamos inmersos. Que respiramos el mismo aire que hoy asfixia. Que bebemos de la misma agua que se está secando. Que pisamos el mismo suelo que se está resquebrajando.

Pablo Suárez

En la vida en común se respiran demasías.

Cada existencia se refugia en una burbuja.

Afectaciones deshacen habitáculos herméticos en los que vivimos.

Preguntas clínicas de las afectaciones:

¿Cómo te afecta lo que estás escuchando?

¿Qué sentís con lo que está pasando?

¿A qué momento vivido te lleva lo que estás sintiendo?

¿Preferirías no conectarte con lo que estamos viviendo?

Qué evoco, qué conecto, qué asocio o qué no quiero evocar, asociar, conectar, sitúan el tiempo de las afectaciones.

Afectaciones abren ranuras por las que se cuelan desvaríos y disloques de la vida en común.

No resulta sencillo dar con una imagen para pensar afectaciones.

Se necesita pensar en soplos, suspiros, respiraciones. En pesadillas de una época.

No se pretende una poética de las afectaciones, sucede que no hay otra manera de decirlas: se trata de ternuras de aire, brisas de fuego, desgarraduras de agua.

No se trata de un lenguaje no conceptual o poco académico, sino de reponer afectaciones en lo conceptual y académico.

La vida en común peligra.

Corre el riesgo de reducirse a un campo de interacciones entre indolencias encapsuladas.

Corre el riesgo de convertirse en un mercado de indiferencias.

Corre el riesgo de transformarse en un estadio de emociones anestesiadas y de violencias agazapadas.

Corre el riesgo de consolidarse como conglomerado de impasibilidades desconfiadas.

Corre el riesgo de quedar confinada a la sola iniciativa mecánica de un clic.

Corre el riesgo de consolarse practicando un repertorio de gestos buenos, al cabo cómplices el mundo del Capital.

Sabíamos burbujas de clase, burbujas coloniales, burbujas de género, burbujas hetero-normativas, burbujas familiares, burbujas universitarias, burbujas urbanas, burbujas de impunidad.

Aprendimos burbujas inmunitarias en tiempos de pandemia.

Ahora sabemos la catástrofe de las burbujas que interactúan sin afectación.

Tal vez algún día se sepa lo que ya se sabe: todo lo vivo reside en la sola burbuja planetaria.

Tal vez ya se sepa lo que siempre se supo: lo vivo peligra si no cuidamos la llama de la afectación. Lo vivo peligra si no volvemos a celebrar la vida en común alrededor de ese fuego.

Buenos Aires, 8 de septiembre de 2023.

*El autor es psicoanalista, ensayista y Profesor de Psicología de la UBA. Autor de Deliberar las psicosis ( 2004); Alejandra Pizarnik, maestra de (2008): Inconformidad (2010). Su último trabajo publicado es «Sesiones en el naufragio, una clínica de las debilidades». Ediciones La Cebra.

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