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La maldición/bendición del “campo” – Por Rubén Dri

El desafío del gobierno del Frente de Todos es el de superar el circuito materia prima-mercado internacional que condena a la Argentina a una perpetua subordinación del imperio de turno.

Por Rubén Dri*

(para La Tecl@ Eñe)

 

Los conceptos, las figuras, los símbolos, las metáforas que utilizamos no tienen como característica central la univocidad, tampoco la equivocidad, es decir, no tienen siempre un determinado sentido que puede ser utilizado sin temor a equivocarnos. El sentido siempre depende del contexto en el que se utilizan.

Ello siempre es así y, en este sentido, cuando nos referimos a la realidad económica, política y/o social de la Argentina, siempre utilizamos el vocablo “campo” que aparece directamente contrapuesto a “ciudad”. En muchos de nosotros, y ése es mi caso, la utilización de dicho vocablo nos lleva al pedazo de tierra que puede ocupar una extensión de once hectáreas, o doscientas, en la que se ubica la casa. Ello nos hace “campesinos” o “pajueranos”, o “menchos”. Se aceptan traducciones.

En el caso argentino, que es el que me interesa, cuando nos estamos refiriendo a la economía, la sociología o la política del país, “campo” no es simplemente ese pedazo de tierra que puede ser hermoso, florido o desértico, sino una densa realidad económica, social y política.

El nuevo gobierno del Frente de Todos acaba de sentar a la mesa  para la firma de un Pacto social denominado “Compromiso Argentino para el Desarrollo y la Solidaridad” a las centrales sindicales y empresarias y a las organizaciones sociales. Brilló por su ausencia la “Mesa de Enlace”, o sea, la “Sociedad Rural, Coninagro, Federación Agraria y CRA”, que afirmaron estar de acuerdo con la reunión.

Todas estas agrupaciones,  en el lenguaje de los medios de comunicación, y en general en el lenguaje corriente, que depende en gran parte de dichos medios, conforman lo que se denomina “el campo”. Ello significa, en consecuencia, que “el campo” no participó en el magno encuentro preparatorio de la firma del Pacto Social. No estuvo presente,  no participó de la reunión.

¿Por qué? Afirman estas agrupaciones que están de acuerdo con la citada reunión, pero que ese tipo de convocatorias  deben hacerse  “respetando los tiempos institucionales”. Ello significa que dichos tiempos no fueron respetados.

Todo esto no se entiende si lo separamos del contexto económico-político-social. Para encuadrarnos en dicho contexto, debemos tener presente que la denominada “grieta” está inserta en la historia, le economía, la sociología y la geografía del país denominado “Argentina”.

Toda grieta tiene dos bordes y en el caso argentino uno está conformado por la “pampa húmeda” y su puerto, y el otro, por las provincias  del nordeste, norte y noroeste.

Económica y políticamente  es la oligarquía la que, asentada en la pampa húmeda, dirige los destinos de la nación, salvo los espacios en los que la oligarquía es derrotada por un conjunto de fuerzas nacionales y populares ya se trate del yrigoyenismo, el peronismo o el kirchnerismo. Geográficamente la pampa húmeda, sede de la agricultura y la ganadería, dominó, salvo contados y acotados períodos, al resto del territorio.

De 2003 a 2015 tuvo lugar uno de esos períodos en que el dominio de la oligarquía fue quebrado por un conjunto de fuerzas nacional-populares, lideradas por los Kirchner y ayudadas por el avance en el mismo sentido de un grupo de naciones latinoamericanas que conforman lo que conocemos con el nombre de Patria Grande.

En el 2016 comienza un nuevo período de dominación de la oligarquía dependiente del imperio de turno, es decir, del imperio norteamericano. Es un período de devastación, de pérdida de todas las conquistas, políticas, económicas, sociales, culturales, de los derechos humanos, la sumersión del país en la desindustrialización, el desempleo, el hambre y la miseria.

Alberto Fernández, el presidente, así describe la situación: “Estamos en un país que lleva dos años de caída del consumo y más de veinte meses de caída de la actividad industrial”, frente a lo cual plantea: “esto hay que revertirlo rápidamente, y el modo es que los industriales inviertan, que la industria crezca, que podamos exportar, que de ese modo ganaremos trabajo, que la economía vuelva a moverse como todos soñamos, y la idea es que lo hagamos entre todos”.  

 

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¿Es realista el planteo que hace Alberto Fernández? Los rubros señalados son: Inversión y crecimiento de la industria, exportación, trabajo, movimiento de la economía. Falta nombrar el rubro que en toda la historia del país siempre fue el principal, “el campo”, es decir, la actividad agrícolo-ganadera. No era necesario hacerlo, en la medida en que el trasfondo o contexto de las afirmaciones del presidente está conformado por el denominado “campo”, sin cuyo aporte no se puede pensar ningún movimiento de reactivación económica.

Para poder entender esto debemos tener presente cuáles son las fuerzas económicas que necesariamente deben, no sólo estar presentes, sino también constituirse como el motor de toda la actividad. Así, no podemos entender lo que pasa en Venezuela si no sabemos qué pasa con el petróleo que está en el subsuelo de dicho país, y menos podemos entender qué pasa en Medio Oriente, en Irak, o qué pasó y pasa en Libia, si no echamos una mirada al petróleo.

Cada nación está asentada sobre un determinado territorio que presenta ventajas y desventajas, riquezas y pobreza, que constituyen otras tantas oportunidades o su falta para su realización. Las riquezas que anidan en el suelo y subsuelo constituyen las bases de su crecimiento.

En todos los territorios anidan determinadas riquezas y la posibilidad de realización depende de que sus dirigentes propongan un crecimiento que las tenga como base. Pero los países no constituyen sujetos colectivos aislados. Sucede con ellos lo mismo que le sucede a cada uno de los sujetos individuales. Nadie puede vivir y menos realizarse en soledad.

Más aún, en soledad ni siquiera pueden existir. Esto los sabemos todos por experiencia, pero además ha sido pensado y fundamentado por la filosofía. El tema fue tratado, expuesto, debatido, fundamentado por lo que conocemos como “filosofía de la existencia” o también “existencialismo” que desarrolló y fundamentó amplia y profundamente el “con” del ser con-otro.  

El sujeto es siempre un ser-con-otro que como lo desarrollara Hegel en forma profunda, ser de “mutuo reconocimiento” que entraña la superación del momento de la opresión o dominación. Sólo cuando el reconocimiento es realmente mutuo el sujeto se encuentra en el camino de la realización. Pero ese camino tiene siempre el momento de la dominación o subordinación que continuamente debe ser superado.

Argentina es un país de un vasto territorio en el cual, entre otras variaciones, se encuentra lo que se conoce con el nombre de “pampa húmeda” que es, sin duda alguna, uno de los territorios más feraces del planeta.

Dicho territorio abarca la entera provincia de Buenos Aires, lo mismo que   la de Entre Ríos, y la mayor parte de las provincias de Santa Fe, Córdoba, La Pampa y San Luis.

No sólo se trata de un vasto territorio, que además cuenta con el puerto de Buenos Aires, el que concentra la mayor parte de la exportación, sino que además se trata de uno de los territorios más fértiles del universo, como hemos dicho. No hay casi territorio que pueda competir con la pampa húmeda en la producción agrícola y ganadera.

Debido a las condiciones únicas para la producción y al aporte fundamental del Estado, los dueños del rico territorio deben pagar determinado tributo denominado “retención” que se reparte en el desarrollo de la industria y en el cumplimiento de las necesidades del Estado. Está claro que la industria no se puede desarrollar sin el aporte de  las citadas “retenciones”.   

De 1945 a 1955 con el primer peronismo, y de 2003 a 2015 con el peronismo kirchnerista, se comenzó un desarrollo industrial que se cortó en 1955 con la denominada “revolución libertadora”, conocida popularmente como “revolución fusiladora”, y en 2015 con el triunfo del macrismo. Los proyectos de los “fusiladores” del 55 y  del macrismo, no sobrepasaron la barrera de la “dependencia” del imperio de turno.

Dichos proyectos dan por sentado que el destino de Argentina está concentrado en la riqueza agrícolo-ganadera, regalo de la pampa húmeda, a la que ahora se puede agregar la riqueza minera guardada celosamente por la naturaleza en la zona montañosa.  

Tanto en el proyecto de los fusiladores del 55 como en el de sus sucesores y el del macrismo, desaparece la industria. El producto va directamente a las arcas imperiales. Argentina, por destino, sería productora de materia prima, sea ésta soja, trigo o maíz, de la pampa húmeda o metales de los Andes, para la industria del imperio.

El triunfo que acaba de obtener el Frente de Todos puede/debe significar el quebrantamiento de este circuito. La mayor parte de la materia prima debe ser transformada por la industria.

Si ello sucede, la pampa húmeda será la bendición. Si, por el contrario, se repite el circuito materia prima-mercado internacional, la pampa húmeda será la maldición que condena a la Argentina a una perpetua subordinación.

 

Buenos Aires, 31 de diciembre de 2019

*Teólogo, filósofo y docente universitario.

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