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¿VOX POPULI O FALACIA AD POPULUM? – POR MARTÍN KOHAN

La relación Macri-Milei. Macri no es un empresario, sino el hijo de un empresario; y Milei ya no es un asesor, el empleado de un jefe de empresas, sino el presidente argentino electo, con un capital político propio. ¿Qué pasará, entonces, entre ellos, y qué pasará, ellos mediante, con el país?

Por Martín Kohan*

(para La Tecl@ Eñe)

Cuando Mauricio Macri, hijo de empresario, decidió meterse en política, su padre, el empresario, se mostró en desacuerdo. La política (“esto de la política”, solía decir el hijo, expresando así su ajenidad) no era en sentido estricto su materia; era incluso, para ellos, un asunto más bien menor, aun en su grado mayor, la presidencia de la República. Franco Macri, el empresario, lo veía claramente así: la política (y los políticos) no eran más que un instrumento del que valerse para hacer negocios, no tenían por qué ocuparse ellos mismos de ejercerla. Veía en eso un rebajamiento (el patrón que se rebajaba a empleado) y además una restricción (¿por qué hacer negocios con una determinada política en una determinada gestión, pudiendo hacerlos con todas?). Pero el hijo se obstinó (tal vez hubiera algo que quería demostrarle) en las ventajas del país atendido por sus propios dueños.

Lo hizo y le salió muy mal (el padre, para su alivio filial, ya no estaba para verlo). Tanto que, concluida su horrorosa presidencia, no pudo lograr la reelección; y años después, a la hora de definir candidaturas por parte de la oposición al penoso gobierno de Alberto Fernández, debió descartar la suya propia, pues muy pocos lo avalaban. Se resignó: había que buscar a otro. A alguien que hiciera de presidente, para poder él seguir haciendo negocios. Algo así como retomar la senda paterna.

Horacio Rodríguez Larreta lucía en principio adecuado: gestor eficaz, subordinado neto, sumiso vocacional, servicial y agradecido. Pero los tiempos ya habían virado hacia un estilo general más violento, más feroz, más agresivo, más de agravio y denigración del otro. Macri entonces descartó a Rodríguez Larreta el amable y se inclinó por Patricia Bullrich la virulenta. Sólo que Bullrich no consiguió hablar de corrido y los arrebatos de violencia le salían actuados, erráticos, desvaídos. Macri entonces la descartó también (es muy bueno descartando gente, tiene dotes para hacerlo: gran sentido del desprecio y falta absoluta de lealtad) y la indujo a humillarse ante el candidato que él sin dudas prefería: Javier Milei.

A Milei en cambio la violencia le salía bárbara, ideal para los tiempos que corren. No por nada suscitaba adhesión, una adhesión literalmente envidiable. Y contaba además en su curriculum con un antecedente significativo, el de asesor del empresario Eurnekián. El empresario y su empleado: a Macri le brillaron los ojitos de cielo. La dignidad de Patricia Bullrich resultó escasa o nula, no ofreció mayor resistencia; acudieron a Milei, se juntaron por el cargo y lo cierto es que les salió muy bien: muy muy bien.

Ahora bien, Macri no es un empresario, sino el hijo de un empresario; la diferencia cuenta. Y Milei ya no es un asesor, el empleado de un jefe de empresas, sino el presidente argentino electo, con un capital político propio. Y si bien para Franco Macri un presidente, cualquier presidente, no era más que un empleado para un jefe de empresas como él, las cosas no parecen darse así con Mauricio en el presente. ¿Qué pasará, entonces, entre ellos, entre Milei y Mauricio Macri? ¿Y qué pasará, ellos mediante, con el país?

El pueblo argentino ya eligió. Queda por ver qué eligió exactamente.

Buenos Aires, 20 de niviembre de 2023.

*Escritor. Licenciado y doctor en Letras por la Universidad Nacional de Buenos Aires.

2 Comments

  1. Liliana dice:

    Flojita la nota

  2. Dora Estela Rodríguez dice:

    Excelente texto,da apertura para pensar posibilidades.
    Gracias!