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Generala del Sistema Repúblicano (2) – Capítulo veintiséis del folletín “LA CARRIÓ – Retrato de una Oportunista” – Por Carlos Caramello

Una de las mayores «virtudes» de Lilita es su capacidad de perder la memoria. Ella, cuando quiere, no se acuerda y listo. Eso es lo que queda en claro en este capítulo 26 de la biografía menos deseada: «LA CARRIÓ – Retrato de una Oportunista». Olvida, se enoja, patalea, rompe en llanto… cualquier salida es buena a la hora de no explicar. Porque la «Generala del Sistema Republicano» -como se intitula este opúsculo-, ha decidido no tener pasado. Acaso porque buena parte del mismo estaría ligado no sólo a la cúpula militar sino, también, a la pata civil del Proceso.

Por Carlos Caramello*

(para La Tecl@ Eñe)

“Yo no hablo de venganzas ni de perdones,

el olvido es la única venganza y el único perdón”

Jorge Luis Borges

Contra lo que ocurre con la mayoría de los mortales que, a medida que va pasando el tiempo, se van atando cada vez más a su pasado, Elisa Carrió hace todo lo contrario: va despojándose de los momentos vividos como si dejase viejas pieles en el camino. Cada vez recuerda menos. Cada vez calla más… Si alguna vez intenta escribir sus “Memorias” deberá, obligatoriamente, llamarlas “Mis Olvidos”.

Niega, por ejemplo, haber tenido conocimiento de la Masacre de Margarita Belén. Ni ella ni su familia. Cosa extraña porque no era una niña: cumpliría 20 años pocos días más tarde y estudiaba en la misma universidad que algunas de las víctimas; su mamá integraba el gobierno de facto; su tío era Héctor Ormaechea, Jefe del Regimiento Chaco y además, cuentan los memoriosos que, en aquellos días, en Resistencia, sólo se hablaba de eso. En voz baja. Pero sólo de eso.

Y aunque no lo haya sabido en ese momento (había mucha gente que no quería “saber”), debería haberse enterado apenas un año más tarde, en enero de 1978, cuando ingresó a la Justicia. O en 1980, cuando la nombraron Secretaria de Primera Instancia en la Procuración General del Superior Tribunal de Justicia… ¿Cómo no saber desde esas cosas cuando se ha llegado a esos puestos? Raro… rarísimo, diría.

Uno de sus socios de los últimos tiempos, Eduardo Amadeo, fue cruel con ella allá por 2010.  «En efecto, Elisa Carrio fue Secretaria del Tribunal Superior (…) Obviamente, ello no la hace responsable de los crímenes de la dictadura, salvo que se tome en cuenta que una de las peores masacres de ese tiempo, la de Margarita Belén, en el que se asesinaron 22 militantes políticos, estaba en trámite en su jurisdicción, y Elisa Carrió guardó un silencio cómplice que seguramente

facilitó la impunidad de sus autores. Consultada en su momento, la respuesta de Carrió fue que “necesitaba de la obra social”; respuesta inverosímil ante una situación económica familiar no precisamente indigente. Carrió fue en ese momento -cuando muchos de quienes ella agrede cotidianamente se jugaban la vida- una colaboracionista; de aquellas que eran rapadas al final de la II Guerra Mundial por su apoyo a los nazis”.

No avalamos estas expresiones, que exceden los límites de la denuncia. Suponemos que el bueno de Eduardo debe haberse disculpado en todos los tonos con Carrió… salvo que también confíe en su falta de memoria. O finja demencia.

Ella, en 2006, ante una acusación similar, había sentado sus reales: “Que digan lo que quieran. Lo que intentamos hacer durante largos años fue arrepentirnos de algunas cosas, construir otras y poder comprometernos. Lo reconozco, pero no me preocupa; nunca levanté un arma, nunca firmé sentencia alguna. No fui jueza ni fiscal, por lo tanto lo que se dice es mentira. Pero era joven y debí haberme dado cuenta de algunas cosas, y otros también debieron haberse dado cuenta”.

Y antes, en 2004, en una entrevista por LT8 de Rosario, estalló en llanto cuando le preguntaron por qué había aceptado el nombramiento de la Dictadura. Cuando se recuperó de su congoja dijo: “si no hubiese aceptado no estaría viva” y explicó que estaba muy mal, que se desmayaba, y que necesitaba “la obra social”. Raro también porque ella trabajaba en la Universidad y, se suponía, tenía alguna cobertura…

Como fuere, lo importante es que Lilita cada día recuerda menos aquellos momentos. Ha habido diferentes formas de redención en su vida. Mudanzas. Saltos. Traspasos. Conversiones. Arrugues de barrera. Dobles mortales adelante… en fin: siempre parada. Incluso cuando entre 2016 y 2017 se paseó por cuanto programa afín encontró y condescendiente, reclamaba “prisión domiciliaria” para los genocidas… “pobres viejos de 80 años”. Una cuestión de humanidad. Nada tenía que ver con vetustos anclajes ni rezagos ideológicos. “Los favores recibidos creo habértelos pagado”, dice el tango.

Y hablando de favores. A veces desearíamos saber cuál habrá sido el gran favor que Elisa Carrió le hizo al Grupo Clarín para que el Gran Diario Argentino, sus canales de TV abierta y por cable y todas sus empresas periodísticas satélites (que son muchas… muchísimas) la traten con tanta ternura; con una delicadeza que no tratan al resto, incluso a los amigos.

Y la pregunta surge porque, estoy seguro, NO puede ser verdad aquella denuncia nunca probada (por muerte del denunciante) de José Pirillo, director del diario La Razón y miembro del grupo Papel Prensa SA, quien declaró públicamente que los hijos de Héctor Magnetto habían sido adoptados de manera ilegal y que, quien se los habría entregado, era nada menos que Elisa Carrió.

En “Vaca Cubana”, un programa que se trasmitía por AM530 Radio Madres, un José Pirillo enfermo y retirado (lo habían quebrado como a tantos empresarios, metiéndolo en prisión hasta que lograron que vendiera sus acciones de Papel Prensa), dijo “Cuando yo rompo con ellos, digamos en el 87 porque yo en ese momento era vicepresidente de Papel Prensa, al año siguiente me tocaba la presidencia, por el convenio de sindicación… cuando rompo con ellos decido publicar en La Razón todo esto que está saliendo a la luz hoy. Decido publicar lo que ha sido la «apretada» a los Graiver; cómo había sido la colaboración con los militares; cómo era el tema de los hijos de Noble e inclusive, de los hijos de Magnetto, que nadie habla (…) le pedí a Jacobo (Timerman) por favor, que por pedido que me había hecho Magnetto, si podíamos no dejar de publicar, sino de morigerar un poco el tema este porque le estaba afectando a la señora de Noble y yo tenía la esperanza de que en algún momento me iba a reunir con ella… comenzamos a publicar la apropiación de chicos en el norte argentino, el tráfico de bebés, para seguir con una línea editorial. En ese momento Magnetto me vuelve a llamar, y ¡me vuelve a pedir por favor que no publique tampoco eso! Entonces yo le pregunto: ¿Héctor qué pasa? ¿Tampoco esto puedo publicar? ¡Esto no tiene nada que ver con chicos desaparecidos!  Y él me dice, textual: <<No José… lo que pasa es que me afecta a mi esposa y a mí en forma directa porque mis hijos me los consiguió Elisa Carrió, y entonces no quiero que se publique esto>>”. Claro que esto no estaría ligado a los militares ni al Proceso salvo… por la metodología.

Meses después Pirillo moría en Santa Cruz sin haber aclarado nunca aquellas declaraciones, seguramente fruto de algún rencor, de alguna rabia, de la inquina que solían tener esos tipos que habían sido básicamente “afanados” a través de un sistema que constaba de dos pasos básicos: meterlos en cana con una causa inventada y torturarlos hasta que entregaban sus bienes y empresas… acaso esto le traiga al lector algún recuerdo.

Porque Elisa María Avelina Carrió Rodríguez… no se acuerda.


Buenos Aires, 25 de marzo de 2023.

*Licenciado en Letras, escritor, periodista y analista político.

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