Eudeba frente a las catacumbas de la barbarie – Por Carlos Cruz

Foto: Archivo histórico.
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Eudeba frente a las catacumbas de la barbarie – Por Carlos Cruz

Folleto recordatorio del secuestro del 26 de febrero de 1977, Eudeba 1996.

A horas de conmemorar el 24 de marzo y en el marco de la celebración de los 40 años ininterrumpidos de democracia, el autor de la nota rememora el secuestro de libros de los depósitos de la editorial  Eudeba (Editorial Universitaria de Buenos Aires) ocurrido en marzo de 1977.                                  

Por Carlos Cruz*

(especial para La Tecl@ Eñe)

Marzo de 1977

Secuestro de libros. Avanzado el mes de marzo de 1977, en un oscuro galpón del Primer Cuerpo de Ejército, yacen pilas de ejemplares secuestrados el 27 de febrero de los depósitos de Eudeba. Libros que, en las sombras, dan testimonio de pensamientos, convicciones, pasiones y que, con la esperanza de sobrevivir en la memoria de sus lectores, aguardan ser desparecidos en las piras bárbaras de la dictadura económico-militar que quebró el orden constitucional el 24 de marzo de 1976.

Escenarios

Escenas del poder económico. Los comandantes golpistas sentados junto al ministro de economía Joe Martínez de Hoz examinan, en línea con los mandatos de la Trilateral Commission, cuales son los mecanismos más adecuados para revertir el proceso de sustitución de importaciones (iniciado en mayo de 1973) y estimular la reforma financiera, acerca de desnacionalización y descentralización de depósitos, dispuesta el 21 de enero de 1977 (Ley 21.495). Entretanto el sector agropecuario vernáculo–ligado a las exportadoras transnacionales– con el aporte de fuerzas de seguridad (federales y provinciales) da forma a un sistema, hoy consolidado, de contrabando de cereales, medicamentos, drogas y alimentos –por vía terrestre, aérea, fluvial y marítima a lo largo del Corredor litoral– con destino a Paraguay, Brasil y otros países.

Escenas de represión cultural. El empresario azucarero Carlos Pedro Blaquier –procesado por su participación en los secuestros producidos en el Ingenio Ledesma durante el episodio conocido como las “Noches del Apagón”– abre las puertas de su casa para que se reúnan miembros del “Grupo Azcuénaga”. De esta manera, en el petit hotel de la calle Azcuénaga 1673 de Capital Federal, se dan cita Armando Braun, Guillermo Zubarán, Horacio García Belsunce (padre) y el Director de Eudeba Jorge García Venturini. Precisamente, en esas reuniones surge una carta de “saludo” al primer aniversario del golpe económico-militar de 1976 a la vez que García Venturini con  Pedro Eugenio Aramburu (hijo) y Luis Pan, preparan la lista de los materiales de Eudeba que serían entregados a las fuerzas armadas para su ulterior destrucción.

Escenas desde la Resistencia. En ese clima opresivo y de entrega del patrimonio, el 25 de marzo –a un año de producido el golpe del 24 de marzo de 1976– el escritor Rodolfo Walsh es baleado, en la intersección de las calles San Juan y Entre Ríos de la Capital Federal por un Grupo de Tareas de la ESMA, mientras distribuía en buzones de correo su Carta Abierta a la Junta Militar. Carta que comenzaba denunciando: “la censura de prensa, la persecución de intelectuales” el asesinato militantes y la muerte de su hija María Victoria. Por su lado, Azucena Villaflor, con un grupo de madres de secuestrados, va dando forma  a la idea de empezar a denunciar en Plaza de Mayo la desaparición de sus hijas e hijos. Lo que darán inicio con la marcha del 30 de abril de 1977. 

Eudeba y las catacumbas de la barbarie                                                   

La Editorial de la Universidad de Buenos Aires, en el curso de su historia, contribuyó a los logros y padeció las tragedias que signaron a la sociedad argentina y su Universidad pública. Así pues, del mismo modo en que se urdieron estrategias para acallar el pensamiento crítico situado, sojuzgar movimientos populares, proscribir partidos políticos y asolar la Universidad, se gestaron, en las catacumbas de la barbarie, acciones que procuraron desarticular la misión de la UBA y de su editorial. Acciones graves, que llevaron a desvirtuar las propuestas fundacionales, suspender las ediciones en ciencias básicas, eliminar del catálogo las obras sobre dependencia económico-financiera, pergeñar líneas editoriales de dudoso valor, lucrar indebidamente con dinero de la entidad o ceder derechos intelectuales a empresas privadas. Maniobras que, incluso, se expresaron en hechos violentos, como el producido en aquel mes de febrero de 1977, cuando una partida militar, ante la mirada angustiada de quienes transitaban esa mañana por la plaza del Congreso de la Nación y del personal de Eudeba, procedió al saqueo de libros -previamente  seleccionados- del  Depósito central de Rivadavia 1571.

A pesar de ello, aún en los períodos más difíciles y oscuros, el auténtico carácter libertario y revolucionario de las mejores etapas se conservó, celosamente resguardado, en el recuerdo de lectores al igual que en las películas de escritos textos originales y la conciencia de empleadas  y  empleados comprometidos con el sentido transformador de  esa empresa de cultura.

Junio de 1958.  Presidencia de Frondizi. Eudeba.                                     

Contextos

Arturo Frondizi (1908-1995) –que fuera elegido presidente argentino estando proscripto el movimiento peronista– extendió su mandato entre el 1 de mayo de 1958 y el 29 de marzo de 1962 (cuando es derrocado  por el golpe económico-militar que entroniza a José María Guido). El gobierno de Frondizi se caracterizó, en el plano económico: por anuncios respecto al desarrollo de la industria pesada y la sujeción al FMI. Todo ello coincidente con la instalación de empresas transnacionales estadounidenses y un fuerte impulso a reformas laborales y educativas de carácter regresivo. Políticas estas que contaron con la activa participación de funcionarios del área económica, encabezados por los ministros: Álvaro Alsogaray, Roberto Alemann o Jorge Wehbe (miembros del staff en distintos gobiernos de facto) y que actuaban resguardados bajo la tutela represiva del Ministro de la cartera laboral: David Blejer. 

En función de esas políticas, el consiguiente entramado de reglas “estabilizadoras” fijadas por el Primer Acuerdo Argentina – FMI (1958) abre las compuertas para un alto grado de conflictividad obrero-estudiantil.Conflictos que tuvieron por respuesta; la expansión de dispositivos de control social, expresados en reformas de la Legislación penal y la puesta en vigencia del Plan Conintes -Conmoción Interna del Estado– (Decretos: 9880/58, 2628/1960 y 2639/1960). Plan que sometía los reclamos de trabajadores/as y estudiantes a la jurisdicción de tribunales militares, prohibía huelgas, sustentaba allanamientos y autorizaba detenciones en barrios y lugares de trabajo, tal como el que padeció mi padre, Juan Carlos Julián Cruz, al ser detenido y trasladado a una unidad militar. En ese derrotero, cabe igualmente recordar que la gestión de Arturo Frondizi, a nivel educativo, se ocupó de retomar los postulados del Decreto-Ley 6.403/55 que consentía la creación  de universidades privadas. Decreto ese, pergeñado por un opositor de la “Reforma Universitaria”: el abogado Atilio Del´Oro Maini.

Pese a todo, en otros lugares, se piensa en publicar un nuevo Cuaderno de la Revista Contorno; la CGT difunde su Programa de Huerta Grande; un núcleo de escritores empieza a dar  forma a la revista literaria El grillo de papel (prohibida en diciembre de 1960), en tanto un entusiasta grupo de profesores universitarios, coordinados por Ignacio Winizky, analiza ideas que habrán de contribuir para establecer editorial de la UBA.

Frente del edificio que fue primera sede de Eudeba, en Florida 656.

Nace Eudeba

En territorios de políticas académicas autónomas, una serie de acontecimientos –generados “puertas adentro” de los claustros universitarios– concurren para posibilitar la fundación de la Editorial Universitaria de Buenos AiresEudeba

A esa altura de los sucesos (1958),  aprobado el  Estatuto de la UBA por la Asamblea Universitaria (integrada por profesores, estudiantes y graduados de distintas carreras), la Universidad de Buenos Aires vive, en su interior, un trance de debates y extraordinario crecimiento. Ese proceso inicial fue conducido, en su carácter de Rector la UBA, por el filósofo y antropólogo Risieri Frondizi (1910-1983), quien solía remarcar que no había incompatibilidad entre las culturas universitaria y popular. 

Apenas logrado ese ambiente de cambios y rediseño de políticas universitarias por parte de sus protagonistas,  las Facultades de Filosofía y Letras y  Ciencias Exactas, Físicas y Naturales conformaron uno de los núcleos de renovación académica asentada en la investigación. En ese tránsito, se impulsó: la construcción de la Ciudad Universitaria; se creó la Facultad de Farmacia y Bioquímica y nuevos departamentos e institutos de investigaciones. Asimismo, se fundaron: el Instituto del Cálculo, la Escuela de Salud Pública y, en paralelo,  la Facultad de Ciencias Exactas incorporaba a Clementina, la primera computadora de América del Sur. Por su lado, los Consejeros de la   Facultad de Filosofía y Letras, en vista de “departamentalizar” las unidades académicas, constituyeron los Departamentos de: Filosofía; Lenguas y Literaturas Modernas; Historia; Antropología; Geografía y Arqueología; Psicología; Ciencias de la Educación; Lingüística y Literaturas Clásicas.

Siguiendo esa trayectoria y en medio de antagonismos en los campos económico-social e intelectual, el día 26 de abril de 1958 –en base a las experiencias de la  Revista de la Universidad de Buenos Aires (1904) y del Departamento Editorial de la  Universidad de Buenos Aires (fundado en 1955) – el Rector  Risieri Frondizi designa al Doctor en Ciencias Químicas Arnaldo Orfila Reynal (1897-1997) para que lidere el armado de un plan destinado a crear una editorial. De esta suerte, a los pocos meses nace Eudeba el  24 de junio de 1958, constituida bajo la forma de  Sociedad del Estado (99% del capital societario perteneciente a la UBA y el 1% restante a aportes privados) y que, con el paso de los años,  adoptará la forma jurídica de Sociedad de Economía Mixta (Eudeba SEM).

 Para la puesta en práctica de este desafío Orfila convocó al Licenciado en matemáticas José Boris Spivacow (1915-1994), que llegara a ser uno de los principales editores de habla hispana, quien, con el apoyo de profesores de la Facultad de Ciencias Exactas y un nutrido grupo de colaboradores dio inicio a la actividad  editorial. De forma que, tras cumplirse una etapa de evaluación de colecciones, selección de títulos y definición de aspectos gráficos, en el mes de septiembre de 1959 ya salían a la calle los primeros ejemplares de Eudeba, a semejanza de semillas de un programa concebido bajo la consigna: Libros para todos.

Años después, el golpe del año 1966 –que destituyó al presidente Arturo Illia e instauró la dictadura de Juan Carlos Onganía– se abocó, entre otras misiones perversas: a profundizar la desnacionalización de empresas, promover la intolerancia, incrementar la persecución del peronismo y disponer la intervención de la Universidad. En ese clima, que impedía efectuar publicaciones con libertad, renuncia el Directorio de Eudeba (3 de agosto de 1966) Cerrándose de este modo el notable ciclo protagonizado por Spivacow, su equipo y  apasionados lectores y lectoras.

Momento de compromisos

En un entorno de luchas y transformaciones, que se corresponden con los primeros años de mi juventud, el espíritu de época se caracterizó por el avance, en vastos sectores del movimiento obrero y de la clase media, de un pensar crítico encaminado a comprender la génesis de  los problemas estructurales de nuestro país. 

Pensar este que iba construyendo niveles de conciencia respecto de los valores e intereses que nos constituían, a la vez que generaba responsabilidades emergentes de ese conocimiento y abría cauces al compromiso de participar en las contiendas por  reivindicaciones sociales. Coyuntura esa en que los y las jóvenes transitábamos diversos, y paralelos, caminos que iban desde las nuevas miradas sobre Historia Argentina y confrontar con la veda política hasta la lectura de Scalabrini Ortiz, Sartre y Hernández Arregui. Miradas y diálogos que también solían asomarse a la narrativa de Pushkin, los subterráneos escritos beatniks de Kerouac; acompañaban las tendencias políticas liberadoras y se exteriorizaban en los actos de “Resistencia” de la emblemática esquina de Esmeralda y Corrientes o en las jornadas del “Cordobazo” de mayo de 1969. Inquietudes y militancias comprometidas con su tiempo que, de la misma forma, supieron deambular a través de: funciones de Teatro independiente, canciones de los Beatles, exposiciones en el Di Tella, reuniones en el “quiosco” del Hogar Obrero, ciclos de cine en “el”  Lorraine y encuentros en la Perla de Once.

Escenarios esos que incluían la presencia insoslayable de libros. Donde las polémicas, interminables, alrededor de las mesas del Bar Gran Visir del Barrio de Caballito, en la Confitería Las violetas o en el Bar La Paz convocaban a Juan Carlos Dávalos, Polo y Yuyy Weinschelbaum, Rafael Lequerica, Silvia Ventura, Diego Olive, Michael Skelton, Ximena Dávalos, Jorge Thompson, Tabita Peralta, Juan Carlos Comoglio, Nito Rauch, Roberto Ocampo, Adriana Torres, Jorge Pulpeiro y variopintos amigos y amigas. En esos recorridos solía revivir, como hoy, aquella escena de enero de 1959, mientras escuchaba la palabra de Fidel transmitida por Radio Colonia de Uruguay, sentado al lado de mi abuelo Juan (Capitán de navío y Delegado ante el IAPI, que debió pedir su baja de la Armada por ser peronista) quien me decía: “esos muchachos echaron a Batista, un dictador que gobernaba Cuba con el apoyo de la mafia norteamericana”.

Años más tarde, la oportunidad conferidapor el Consejo Superior de la UBA, de poder dirigir el proyecto cultural que representaba Eudeba, para alguien que participó en esas travesías, implicó un desafío y compromiso con mi historia personal que marcó uno de los momentos más importantes de mi vida universitaria.

1973. El  retorno democrático. Presidencia de Cámpora

 Luego de años de represión e intensas confrontaciones políticas, caído Lanusse –el último represente de la dictadura económico-militar incida en el año 1966– y celebradas, después de 18 años, elecciones sin proscripciones, asume la presidencia de la República Argentina el Dr. Héctor José  Cámpora (1909-1980).

En ese trance, el Ministro de Educación Jorge Alberto Taiana (1911-2001), nombra Interventor de la Universidad de Buenos Aires –proclamada: Universidad Nacional  y Popular de Buenos Aires– a Rodolfo Puiggrós (1906-1980) y se designa como presidente de Eudeba al pensador Arturo Martín Jauretche (1901-1974). Pensador cuya vida fue testimonio de ruptura con el  aparato gris de la retórica del que hablara Abelardo Castillo (1935-2017). Ruptura esta que da cuenta de sus reflexiones acerca de los miembros de la  Intelligentsia elitista vernácula, a los que caracterizara: como una suerte de  “exóticos desterrados” de un mundo que no les pertenece, cultores de problemas extraños y que, cuando intervienen en nuestras cuestiones; lo hacen como extranjeros.

El autor de Los profetas del odio accede entonces a su cargo en el año 1973 (Acta de Asamblea de Eudeba del 18/6/73) a instancias del Director Ejecutivo de la editorial, el ensayista y periodista de investigación –amenazado por la Triple A– Rogelio Pajarito García Lupo (1931-2016) .  De esta manera, don Arturo  inicia sus labores expresando que: estaba “contento de poder colaborar a la descolonización intelectual  del país” e interesado en desarrollar tareas de extensión universitaria a nivel continental.

Así, Jauretche retoma, con su impronta, el empeño editorial de Boris Spivacow y a la par de Pajarito, Mario Hernández (defensor de presos políticos y Secretario Académico de la Facultad de Derecho UBA) y un conjunto de compañeros y compañeras, se entrega al reto de promover nuevos textos y colecciones en su despacho ubicado en el entrepiso del edificio de Rivadavia 1571. Mítico espacio, en el cual podía recorrer con la vista el  paso de  lectores, concebir publicaciones y convocar a nuevos escritores a través del Gran Premio de Ensayo Raúl Scalabrini Ortiz.

En ese trayecto, Jauretche visita en La Plata a su viejo amigo de Forja René Orsi, repudia– poco antes de su muerte– el asesinato del Padre Carlos Mugica (1930-1974) y proyecta escribir un volumen sobre Historia de América Latina, al mismo tiempo que mantiene a sus colaboradores y sostiene la línea editorial a pesar de las amenazas de bombas ultraderechistas. Amenazas que se hacen efectivas con el atentado dirigido contra Eudeba, el 19 de julio de 1973, en circunstancias en que un grupo parapolicial ingresa al Taller Araoz con el objeto de destrozar los pliegos del libro El marxismo de Henry Lefebvre. No obstante lo cual y con pleno compromiso se continúa el quehacer cotidiano y se editan: La Revolución chilena (Salvador Allende); El ABC de la mecánica cuántica (V. Rydnik); La dominación imperialista en la Argentina (Carlos M. Vilas); Genio y Figura de Eduardo Mallea (Oscar Villordo); Manuel Ugarte (Norberto Galasso); Teoría del Hospital (Ramón Carrillo); Neocapitalismo y comunicación de masas (Heriberto Muraro).

En el centro de  enfrentamientos, que involucraban a sectores de la izquierda y derecha peronistas –acentuados tras el fallecimiento del Presidente Juan Domingo Perón (1/7/1974) – el 7 de setiembre de 1974 una bomba termina con la vida del hijo, de 4 meses de edad, de Raúl Laguzzi Rector de la Universidad Nacional  y Popular de Buenos Aires. En esa trama, Laguzzi es reemplazado por Alberto Ottalagano, un admirador confeso del fascismo (propuesto por el Ministro de Educación Oscar Ivanissevich) que pasa a revistar con carácter de Rector interventor de la UBA y da inicio a la “Misión Ivanicevich”, un plan sistemático de persecución y discriminación ideológica en sintonía con las acciones y asesinatos realizados por el grupo de ultraderecha Concentración Nacional Universitaria (CNU). Desde esa conjura, fallecido Jauretche el 25 de mayo de 1974, las nuevas autoridades de la editorial enclaustran el Plan delineado por el redactor de Manual de Zonceras argentinas y,a poco de haber asumido; el 12 de noviembre de 1974,   deciden “retener” la edición de una investigación acerca de la Nacionalización del Comercio carnes, de Rodolfo Puigróss, por considerar: que “no era conveniente” incluir esa publicación en el catálogo de la editorial.

Con lo cual se clausura, una vez más, un ciclo floreciente en Eudeba.

Constancia parcial de retiro de libros secuestrados en Eudeba.

1977. Secuestro de Libros. Dictadura de Videla

Ejecutado el nuevo golpe económico-militar del 24 de marzo de 1976, asume la cartera educativa: Eduardo Pedro Bruera, en el transcurso de cuya gestión se producen, entre otros hechos graves: el secuestro de estudiantes secundarios en la trágica “noche de los lápices” y se incuba la rapiña de  textos en Eudeba.

En ese acontecer, la mañana del 26 de febrero de 1977, encuentra al Presidente del Banco Central de la dictadura; Adolfo Diz y al diplomático Maxwell Chaplin, dando forma a la ejecución de uno de los dispositivos encaminados a destruir el aparato productivo nacional: la Ley Nª 21.516 de entidades financieras (aún vigente).

Entretanto. Un militar al frente de un grupo de soldados, irrumpe en el local de Eudeba (ubicado en Rivadavia 1571) y, obedientes a los designios del marino “interventor” Francisco Suarez Battan, procede, ante la impotencia de los empleados de la editorial: a confiscar volúmenes que, en forma previa, habían sido catalogados como: “fuera de comercio.” Obras esas que son transportadas rumbo a galpones, que forman parte de los 43 “Centros Clandestinos de Detención del Primer Cuerpo del Ejército”, para empezar a ser incineradas días después en las hogueras bárbaras. Precisamente, entre los 60.000 ejemplares secuestrados se pudo identificar obras diversas como; Medicina del Trabajo al servicio de los trabajadores (Instituto de Medicina del Trabajo, Facultad de Medicina, UNPBA); Montonera y Caudillos en la Historia Argentina (A.G. Mellid); Vectores y tensores (Luis Santalo); Dependencia de Empresas Multinacionales (Salvador M. Lozada). Entonces, las fuerzas demoníacas que inspiraron los fuegos de 1933 en la Bebelplatz y se expresaron en la frase del dramaturgo nazi Hanns Johst: “al escuchar la palabra cultura saco mi revólver” se reencarnan en el rito, siniestro, de destruir  libros.  

En igual dirección, en un dramático remedo de Guy Montag –el atormentado gendarme de la novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, que tenía a su cargo detectar bibliotecas y quemar libros– los habituales lacayos judiciales, personificados en este caso por el Juez Federal de La Plata  Héctor Gustavo De la Serna, legitiman la destrucción de un millón y medio de publicaciones del Centro Editor de América LatinaCEAL, fruto invalorable de renovados desvelos y tesón de Boris Spivacow y su grupo. De este modo, el paisaje suburbano de las calles Ferré y Agüero de la localidad de Sarandí, deviene en cuadro trágico para la pira de erudición mancillada, que arde ante la mirada displicente de los verdugos y el clamor de obreros de las fábricas circundantes que expresan su bronca al grito de: “están quemando libros”.

Dado ese orden de cosas, el control social promovido por el poder económico concentrado se va a expresar en dos planos: por un lado; en el ejercicio salvaje del poder punitivo, traducido en reformas a la legislación penal y detenciones y asesinatos de militantes comprometidos con sus pueblos y, por el otro, en la práctica sistemática de suprimir la reflexión crítica expresada en ese otro cuerpo: el libro. 

Acto en la Feria del Libro, presentando la colección Derecho a la Identidad.

Memoria y presencia

De todos modos, pese a  las perversiones surgidas de los círculos del oscurantismo, algunas de las obras secuestradas, fueron recuperadas, reeditadas o descubiertas años después.  De esta manera, en un ejercicio por cultivar la memoria –para “proteger las impresiones del pasado”– se pudo traer a la vida el legado de quienes no sólo escribieron para sus contemporáneos sino, también, para nosotros y lectores futuros.

Escritos  que,  de tanto en tanto, se nos hacen presentes sin haber perdido su fecundidad.  Asomándose desde los estantes de las bibliotecas.

Incitándonos, una vez más, a dar testimonio de la tragedia. Invitándonos –más allá de los tiempos– a nuevas lecturas y responsabilidades, emergentes del conocimiento, que se proyectan, día a día, al futuro.

Buenos Aires, 23 de Marzo de 2023.

*Doctor en Derecho (UBA). Presidente de Eudeba (1992/1997)

 

3 Comments

  1. Clara schor Landman dice:

    Gracias por recordar al detalle tiempos tan crueles
    Gracias por darme a saber maldades que no conocía
    Un abrazo militante compañero

  2. Lucidez y sensibilidad es la mejor combinación a que podemos aspirar los mortales. Y si a eso se suma una pluma ágil y un compromiso sincero con lo humano, entonces surgen líneas como estas, que iluminan con su memoria y sus heridas…
    Gracias Carlos. Seguimos de pie.
    «Por todo y a pesar de todo».

  3. Miguel Angel JULIO dice:

    Lucidez y sensibilidad es la mejor combinación a que podemos aspirar los mortales. Y si además se tiene una pluma ágil y un encarnado compromiso con lo humano, entonces surgen líneas como estas, iluminadas y heridas…
    Gracias Carlos.
    Seguimos de pie.
    «Por todo y a pesar de todo»