El Juego del Calamar/Capital – Por Osvaldo Fernández Santos

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El Juego del Calamar/Capital – Por Osvaldo Fernández Santos

Osvaldo Fernández Santos nos propone un análisis en esta nota de la serie coreana El Juego del Calamar donde, según el autor, se exponen las inquietantes posibilidades de la condición humana bajo los modos de producción de subjetividad capitalista.

Por Osvaldo Fernández Santos*

(para La Tecl@ Eñe)

El Juego del Calamar ha devenido en un acontecimiento de trascendencia mundial. Un intento de explicación del éxito de la serie, entre otros probables, es que la ficción siniestra expone posibilidades inquietantes de la condición humana bajo los modos de producción de subjetividad capitalista. Más precisamente la determinada por la cultura correspondiente a la etapa actual, de un capitalismo híper-concentrado, con su consecuente lógica definida en los extremos por una reducida elite de seres humanos extasiados de riquezas y un excedente de seres humanos reducidos a la supervivencia diaria en los márgenes de la sociedad.

En El Juego del Calamar, la trama es desplegada con un nivel de complejidad notable, que refuerza la captura del espectador y permite diferentes niveles de análisis y reflexiones.

Julián Varsavski en una recomendable nota publicada en Página/12 pregunta si “¿Es posible interpretar la serie El Juego del Calamar como parábola social de Corea del Sur?” y en forma inmediata responde que: “Solo en parte”. Aporta luego una serie de datos de la cultura coreana (del Norte y del Sur), que permiten vislumbrar las condiciones de partida, los restos de lo real, el material que opera como sustrato singular de la serie. La repercusión internacional de la producción, permite pensar que más allá de la singularidad cultural coreana, la serie representa las líneas dominantes del capitalismo globalizado.

Un antecedente artístico que captó las posibles incidencias sobre la subjetividad de la sociedad tecno-capitalista de su época, fue la película The Truman Show en el año 1998. También se constituyó en un acontecimiento impactante y convocante de la expectación planetaria. Si bien la fantasía predictiva resultó ser en ese entonces chocante, aunque menos repulsiva que la propuesta de El Juego del Calamar, hoy la realidad de Facebook, Instagram y los reality la han reducido a una profecía naif comparada con el destino que supo anticipar.   

El Juego del Calamar extrema la tensión al máximo entre la dimensión autoconservativa y la autopreservativa del yo, existente en las condiciones de vida actual de amplios sectores de la población. En tiempos relativamente “normales” la autoconservación (definida por las representaciones que toman a su cargo la conservación de la vida) y la autopreservación (comprendida por las representaciones que toman a su cargo la identidad del sujeto) conviven con relativa armonía. En situaciones críticas como la extrema pobreza a la cual se halla sometida gran parte de la humanidad, el funcionamiento armónico se torna insostenible y el sujeto en ocasiones debe optar entre dejar de ser quien es para vivir, o morir para preservar los ideales que constituyen su identidad.  A su vez, a nivel psíquico se produce un malestar sobrante que excede el malestar propio de las renuncias necesarias para vivir en sociedad, propias de la cultura, y tiene que ver con la imposibilidad de avizorar un tiempo futuro, de investir un proyecto.

En cuanto a la elite económica, no se tiene conocimiento cierto acerca de por dónde circula su goce, pero sí se sabe que el destino de los seres humanos víctimas de su concentración de riquezas, maximización de ganancias y maniobras financieras para evadir impuestos imprescindibles para el desarrollo social, los tiene sin cuidado.

El Juego del Calamar como metáfora del Juego del Capital es pertinente y cautivante, esperemos que no sea profética de un destino posible de la condición humana.

Buenos Aires, 23 de octubre de 2021.

*Psicólogo-Psicoanalista.

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