Las torpezas y errores de principiante del Presidente y las puntualizaciones en general correctas de la Vicepresidenta pero sin decir nunca el cómo hacerlas, configuran el actual panorama en donde Sergio Massa, el hombre que entró con un capital del 10% electoral, termina haciéndose cargo del gobierno y determinando si se recompone o se pierde definitivamente la base electoral original.
Por Hugo Presman*
(para La Tecl@ Eñe)
El realismo mágico en la Argentina no está en la literatura sino en la realidad. Se acordó con el Fondo Monetario Internacional con una dilación de dos años y se firmó en el momento en el que se estaba en la situación más débil, ello con el objetivo que no ocurriera lo que finalmente pasó: inflación descontrolada, los bonos argentinos a precio de remate, corrida cambiaria, riesgo país llegando a 3000 puntos (por encima de los de Ucrania arrasada y Sri Lanka con el palacio de gobierno tomado por la multitud). El ex Ministro de Economía Martín Guzmán se ufanaba que su objetivo era tranquilizar la economía. Para eso su actitud y discurso era el de un monje tibetano. Se fue en medio de una corrida cambiaria y su único momento intemperante, lejos de su paciencia oriental, fue el de la presentación de su renuncia que potenció la corrida. El mismo ministro al cual el Presidente Fernández se abrazó hasta el final y fue uno de los motivos de confrontación con su Vicepresidenta y los largos períodos de incomunicación de los integrantes de la fórmula presidencial. Su renuncia precipitó el restablecimiento a regañadientes de la comunicación de los Fernández que derivara en la designación de Silvina Batakis en su reemplazo, todo hace apenas un mes. Con ese nombramiento se impidió el arribo de Sergio Massa como ministro principal. Mientras Batakis, al carecer de apoyos explícitos gubernamentales, terminó devorada en menos de treinta días por la situación, a pesar de que sus anuncios iban en el mismo sentido de las políticas de Martín Guzmán. La Vicepresidenta, que en su última aparición pública habló que había que discutir políticas y no nombres, guardó un profundo silencio el cual hace tanto impacto como sus cartas y discursos. Entretanto el ex candidato presidencial Daniel Scioli, que asumió como Ministro de Producción dejando la embajada en Brasil con la esperanza de ser el referente que sacaría a flote el gobierno y eso le permitiera ir por la revancha personal como candidato presidencial en el 2023, regresa con mucha pena y sin gloria a la embajada que debió abandonar intempestivamente y que aún hoy sigue vacante. En realidad, el gobierno es un inmenso agujero negro donde todos los ministros se sumen en la insignificancia desde Aníbal Fernández a Juan Manzur, desde Julián Dominguez a Gustavo Beliz, desde Wado de Pedro a Elizabeth Gómez Alcorta.
La pregunta que resulta pertinente es ¿por qué después de 30 meses, un gobierno que arribó con el 48% de los votantes, en un plazo tan corto se encuentra al borde del abismo, al punto que se ponga en duda su continuidad no más allá de fin de año?
La táctica electoral diseñada por Cristina fue muy exitosa, pero la estrategia de gobierno resultó un claro fracaso. Hay éxitos del gobierno de Alberto Fernández que tal vez se reconozcan alguna vez, si no es que quedan sepultados por el camino de la pronunciada pendiente posterior. Entre los que se pueden señalar, se destacan haber evitado la explosión sanitaria y social en medio del acontecimiento planetario de la pandemia y la herencia recibida; haber sostenido la economía con la fuerte ayuda estatal, atenuando las consecuencias, y haber concretado una excepcional campaña de vacunación. Pero su gobierno se caracterizó por su lentitud en la toma de decisiones, por su timidez frente a los poderosos, por sus contradicciones, por sus luchas intestinas, por la inoperancia de los ministerios loteados. El verbo procrastinar irrumpió en el lenguaje político y periodístico asociado a su estilo de gobierno. Otra forma de decir que se hizo rutinario aplazar la resolución de una obligación o la concreción de un trabajo.
En el origen, Cristina Fernández pensó que su caudal de votos le alcanzaba para ganar pero no para gobernar. Alberto Fernández, carente de todo apoyo popular, era el que podía negociar con el poder económico y mediático mientras debía aplicar políticas implementadas por Cristina durante sus gobiernos. Rápidamente se lo estigmatizó de títere dentro y fuera de la coalición triunfadora. No lo fue en el sentido tradicional de la denominación e intentó desmentirlo en forma contradictoria. Por un lado dificultando o interrumpiendo el diálogo con la socia mayoritaria y por otra parte cambiando funcionarios a posteriori de las críticas públicas de su Vicepresidenta. Se negó a conformar el “albertismo” para no poner en peligro la alianza electoral, pero a medida que el poder de fuego del kirchnerismo se incrementó se fue recostando en el establishment, abrazado a su Ministro de Economía, que era aceptado por el círculo rojo, ante la posibilidad que fuera reemplazado por alguien impuesto por Cristina. Las disputas se fueron incrementando a medida que no conseguía la neutralidad del establishment que era impiadoso en las críticas y en sus prácticas, a pesar de que no se animaba a impulsar medidas que lo afectaran. A su vez la Vicepresidenta, con importantes áreas del gobierno a cargo de seguidores suyos, actuaba como oposición interna, reservándose el papel de auditora del gobierno que integraba. La idea era despegarse del posible fracaso de la administración de la que formaba parte, una táctica absolutamente ingenua.
Sergio Massa actuaba de morigerador de los integrantes enfrentados de la coalición. La crisis económica se profundizaba acentuada por la crisis política. Cuando se llegó a una situación límite, Cristina Fernández advirtió que su estrategia no la salvaba del abismo e intervino el gobierno de Alberto Fernández con Sergio Massa, al que se le otorga poderes de Primer Ministro, que dejan al Presidente en una posición similar a sus colegas de Israel o Italia, mientras aquella sigue manteniendo sus lugares de poder, entre ellos el de energía, que se verá qué conflictos acarrea en la articulación de políticas en un área extremadamente compleja.
La historia es implacable. El gobierno fue en una parte importante de su gestión conformado por el Randazzismo sin Florencio Randazzo y ahora es reemplazado en los hechos por el Frente Renovador de Sergio Massa, mientras en ambos casos Cristina Fernández se reserva el derecho de veto, como principal sostén. La historia suele ser implacable. Massa y Randazzo con la gestión de Alberto Fernández como operador, fueron artífices de dos sonoras derrotas electorales de Cristina Fernández. Y para no desmentir que el realismo mágico en nuestro país está en la realidad política y no en la literatura, fue Sergio Massa quien reemplazó a Alberto Fernández, en el gobierno, cuando el actual presidente fue relevado después del conflicto con las patronales del campo. Algunas fuentes fidedignas sostienen que el principal motivo fue la poca simpatía que había entre ambos funcionarios.
LA HISTORIA ES IMPLACABLE
Seguramente la nueva gestión intentará emerger la cabeza con políticas favorables y aceptadas por el establishment local y el Fondo Monetario Internacional. Pueden resultar posibles, en el mejor de los casos en el cortísimo plazo, atravesado por la desilusión y el escepticismo, pero resultan incompatibles sin mejoras significativas para la base social del peronismo y de las mayorías populares. El país busca una salida de un laberinto con políticas que en el mejor de los casos lo harán posiblemente entrar en otro más difícil. La historia es implacable. Se burla de quienes no intentan seducirla sino violarla. O ignoran las necesidades de la hora. O están muy por debajo de las exigencias de la realidad. O eligen caminos equivocados. O se neutralizan patéticamente en lo que Hipólito Yrigoyen definía como “las patéticas miserabilidades”.
Las torpezas y errores de principiante del Presidente y su timidez, las puntualizaciones en general correctas de la Vicepresidenta pero sin decir nunca el cómo hacerlas, similar al hincha que critica desde la tribuna, configuran el actual panorama en donde el hombre que entró con un capital del 10% electoral y posiblemente hoy mucho menor, termina haciéndose cargo del gobierno y determinando si se recompone o se pierde definitivamente la base electoral original. De su gestión depende que no queden sepultados electoralmente no solo él, sino también Cristina. Si fracasa, el Frente de Todos será una representación de aquella frase de Macedonio Fernández: “Fue un desastre tan completo, que hasta los sobrevivientes perecieron” Bajo los escombros del Frente, quedarán las trayectorias políticas de los tres referentes.
La historia es implacable. La suerte del Frente de Todos queda supeditada a la gestión de un hombre que durante muchos meses, allá por el 2015, fue socio político de Mauricio Macri, que es amigo de Horacio Rodriguez Larreta, aliado de Gerardo Morales en Jujuy, asiduo visitante de la Embajada, donde tuvo adjetivaciones descalificatorias hacia Néstor Kirchner y públicamente con Cristina, muy cercano a sectores económicos como el de Marcelo Mindlin y José Luis Manzano y que a lo largo de su trayectoria política nunca pudo celebrar ni comprender el día de la lealtad.
Enfrente están los que representan sin ningún disfraz al poder económico, esperando ir por la victoria definitiva. Esos sectores económicos que en principio reaccionan favorablemente sin obviar donde están sus preferencias electorales
El realismo mágico en la Argentina no está en la literatura sino en la realidad. La historia es implacable con quienes la cortejan pero no la seducen.
Buenos Aires, 1° de agosto de 2022.
*Coconductor del programa radial EL TREN, con más de 17 años en el aire. Contador Público recibido en UBA. Fue profesor de Economía Política en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma Universidad. Periodista.
7 Comments
Impecable como siempre Hugo, veo un futuro muy negro sin Peronismo…
Muy interesante. Gracias
Gracias Hugo. En diciembre de 2015 ya sabíamos que esto era posible. Massa era una pieza difícil de roer, pero con la derecha ganando elecciones podía ser a quien deberiamos votar en un posible ballotage ante Macri y otros. Saludos
Excelente análisis político de Hugo Presman. Tb angustiante el panorama. Parecería que el abismo se halla a ambos lados. Cuando Cristina anunció la designación de Alberto como su coequiper principal en la candidatura a la vicepresidencia, aquella mañana del 18 de mayo de 2019, pensé y se lo expresé a mi marido con todas las letras sintiendo una gran desazón: Este tipo manipulo a Cristina y vamos a terminar siendo gobernados x el frente renovador. Después, al escuchar alborozados a los cumpas sobre la jugada magistral de la Jefa ( q tb considero de esa manera en términos de estarte política) creí q la equivocada era yo.
Las políticas y la actitud de Alberto al desatarse la pandemia me generaron respeto hacia el presidente y durante mucho tiempo defendí su investidura considerando las excepcionales circunstancias en que le tocaba gobernar. Reconozco positivamente lo que se hizo en términos de sanidad y productividad del país. Sin embargo con el tiempo pude reconocer q, sea x el vapuleo del contexto de la gobernanza o por carencia propia de los atributos para llevarla adelante, dejo de gobernar.
Finalmente acaso por premonición o por la versión conspiratoria que me surgió en el principio de su designación compruebo q hemos llegado al lugar que intuí en ese instante del anuncio de Cristina: nos gobernará el frente renovador hasta 2023 (es una presunción porque el realismo mágico argentino no permite otra cosa)
En parte decepción, en parte miedo, en parte alivio. Si este hombre pone un poquito de orden y tranquiliza la economía será beneficioso. Se juega mucho de sus aspiraciones personales en este intento. Tb conocemos sus antecedentes y relaciones preferenciales. A menos que como animal político, q lo es, quiera reeditar alguna otra anomalía pasada. Pero eso sería confiar mucho en la literatura mágica. Veremos. Gracias Hugo por este panorama q ofrece tu nota.
Nuevamente agradezco el pensamiento y la pluma de Hugo Presman. Casi me invade la antigua tentación de eliminar al mensajero por el contenido del mensaje. Destaco la claridad y síntesis en pocas líneas de tres años de gobierno. El pueblo asalariado, desocupado y/o jubilado continúa esperando un acto de justicia social y distributiva frente a sectores de una voracidad e insensibilidad sin límites. Me sigue acompañando mi módica y golpeada esperanza de que su próxima nota refleje nuevos aires (y decisiones), ya que los gestos y las intenciones ya no alcanzan.
La historia del Peronismo, está repleta de malos interpretes, quienes asumen políticas estratégicas, aplaudidas por alcahuetes y traidores, que tienen poco que ver con el populismo , y se transforman en partidos «DEL ORDEN» QUE OPRIMEN Y TORTURAN CON SUS «IDEAS» A SUS PROPIOS SEGUIDORES. Obviamente, Néstor y Cristina, supieron gobernar y gestionaron a favor del Pueblo. Pero estar en la oposición, dentro o fuera del gobierno, es algo que no pudieron y no pueden manejar. Se volvieron PEORNISTAS PORTEÑOS Y ESO no TIENE REMEDIO. PASARÁ UN TIEMPO HASTA QUE LO QUE RESTA DEL PERONISMO POPULAR TOME NOTA, PERO LA HISTORIA ES IMPLACABLE. Ciertamente aquello que señalaba Néstor, de que «nos quieren bajar el precio», se transformó en profecía.
Estos opinadores que te explican la realidad haciendo uso de su pretendida genialidad. ME MATAN !!! ME TIENN HARTO !! Déjenme morir en paz !!