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La Pandemia del odio – Por Hugo Presman

A partir de considerar la unidad nacional un oxímoron, Hugo Presman despliega los argumentos para demostrar que en la Argentina no es una grieta sino dos modelos en pugna lo que libran una batalla cruenta desde el mismo fondo de la historia. Ni siquiera un cataclismo planetario, una hecatombe económica, un virus que ha suspendido los conflictos bélicos y puesto en cuarentena a la mitad del planeta, logran adormecer el odio que los habituales triunfadores integrantes del establishment económico y franjas significativas de clase media derraman día a día contra el gobierno de Alberto Fernández. Un pequeño inventario de la saña de la prensa hegemónica y de sus escribas más significativos.

Por Hugo Presman

(para La Tecl@ Eñe) 

 

El sueño de la unidad nacional es un oxímoron. Es imposible acordar, salvo muy coyunturalmente con un poder económico concentrado y con su base popular constituida por franjas de clase media, amalgamados por un anti-populismo en general y un anti-peronismo en lo particular. Al poder económico lo moviliza una concepción colonial, donde el país es sólo un territorio de negocios especulativos, mercado concentrado, utilidades superlativas y fuga de capitales. Los sectores medios y algún núcleo de integrantes de franjas populares desorientadas, caracterizados ambos por la auto denigración, hija del axioma sarmientino de civilización y barbarie, asimilan en dosis superlativas noticias desde medios que integran el poder económico y que son voceros del establishment nacional e internacional. Éstos a su vez son sus socios ideológicos, porque sus negocios múltiples quedan ocultos detrás de un pretendido periodismo independiente que es una máscara falsa e hipócrita detrás del cual se oculta el periodismo más militante de la Argentina.

Que los que todavía apuestan a una burguesía nacional representada por los grupos empresarios concentrados y oligopólicos, deberían contestar a la pregunta ¿cómo fue posible que el gobierno más pro-mercado -el de Macri- por el cual militaron activamente, después de cuatro años y a pesar de que la mayoría de sus empresas redujeron su valor en forma significativa, fugaron legalmente la astronómica cifra de 86.200.000.000 de dólares (casi una vez y media el promedio de las exportaciones anuales y ello al calor de la desregulación financiera que promovieron)

Sería impensable que aquellos que difundieron que el kirchnerismo se robó un imaginario PBI, ahora le dieran espacio a este saqueo registrado con nombres y apellidos. Es ese periodismo que se autodenomina “critico” o “independiente”.

 

EL ESTABLISHMENT CONTRAATACA

Cuando la popularidad de Alberto Fernández llegó a rozar a más del 80%, junto a una revalorización del Estado, de la salud pública, de los médicos y científicos, la alarma en el poder cundió. Había que erosionar al Presidente, a partir de haber calificado de miserable a Paolo Rocca y alentar el impuesto a la riqueza, de modo tal de debilitarlo e impedir que los vientos saludables que trajo la pandemia arrasando con falsos axiomas económicos, llegue a permanecer en el escenario post pandemia. Había entonces que bajarle el precio a la revalorización de lo que detestan cuando se pone al servicio de las mayorías. Incluso se llega a difamar a la figura de Ramón Carrillo, el mayor sanitarista que tuvo el país, para apuntar contra el reconocimiento de la salud pública. 

La presidenta del PRO y ministra de los gobiernos de Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, la lejana ex peronista Patricia Bullrich, afirmó que “La cuarentena es de izquierda fascista o de derecha stalinista”. El bailarín Maximiliano Guerra cree que con la cuarentena y las medidas de socorro que ha implementado el gobierno, estamos “viviendo en el comunismo.”

La agudeza de Diego Capusotto tradujo la situación de la siguiente manera: “Cuando el virus lo tenían sólo los que venían de Europa: ¡No aflojemos con la cuarentena! ¡Fuerza país! En cambio cuando el virus llega a las villas: Quiero salir, es mi libertad. Está en la constitución.” 

La bizantina discusión de salud o mercado es una falacia que la realidad se ha encargado de demostrar para todo aquel que no tenga prejuicios en sus anteojos. La cuarentena a tiempo, evita miles y miles de muertos. No hacer la cuarentena concluye con el sistema sanitario estallado, escenas mortuorias arrancadas del cine catástrofe, y finalmente la economía también paralizada. La pandemia produce en definitiva una destrucción económica superlativa como lo demuestra la caída proyectada del PBI de 170 países para el 2020. Lo que diferencia a una situación de otra, es la cuantía del inventario tenebroso de muertos.

Por supuesto que dentro de la cuarentena pueden arbitrarse manejos más o menos inteligentes en materia económica para morigerar las consecuencias. Pero los cuantiosos daños son inevitables.

 

LA EROSIÓN DIARIA DE LOS MEDIOS

Las argumentaciones están basadas en el deterioro de la economía, en la extensión de la cuarentena, en la limitación de los derechos individuales, en la concentración de poder, hasta las más delirantes de dirigirnos hacia una dictadura, a convertirnos en  Venezuela o la inexistencia del virus; la falsedad del número de muertos y que todo es una mentira para conformar un nuevo orden mundial. Esto origina caracterizaciones disparatadas que van desde asemejar el cierre de un barrio vulnerable del Gran Buenos Aires, al Ghetto de Varsovia; o que limitaciones lábiles a la movilidad, sean consideradas como un arresto domiciliario que origina un reclamo excitado de recuperación de la libertad a través de caravanas de protestas automovilísticas. En lo político, la presencia omnipotente de Cristina Fernández criticada con igual fervor por si habla como si permanece muda, presentada como la que le dicta las medidas de gobierno a Alberto Fernández que a su vez es apenas quien ejecuta las órdenes sanitarias de los epidemiólogos.  Un converso que sobreactúa ampliamente como Miguel Ángel Pichetto, ha llegado a calificar a Pedro Cahn, uno de los científicos que asesora a Alberto Fernández, como virtual presidente en ejercicio. Un grupo autoproclamado generosamente como intelectuales, científicos con poca ciencia y periodistas de poca monta, considera que estamos viviendo una infectadura. Todo ello condimentado con noticias falsas que fueron el origen de un estruendoso cacerolazo capitalino. 

Sin embargo ninguna enumeración puede ser más ilustrativa que un grupo de notas que conforman lapandemia del odio.

Un repaso de un número enunciativo de esas notas convocan al asombro. Los invito a transitar un viaje al delirio. La aparición de una yarará en Retiro inspiró al licenciado en filosofía Miguel Wiñazki una nota repleta de “amor”, sobre presos “liberados” y la ex presidenta. Es en Clarín, 2 de mayo, página 2, con el título “Una yarará en Buenos Aires y suero antiofídico en los balcones: “Una yarará apareció en Libertad y Posadas. La escena terrible completó un día y una noche sonoramente indignada. Como sea. Es una instantánea del espanto. No fue un sueño con serpientes. Ocurrió. Irrumpió un resplandor de pupilas verticales. La liberación a granel de otros ofidios, femicidas, violadores, homicidas, narcos y una variopinta legión de delincuentes fue azuzada desde zonas abolicionistas del poder. No sólo desató la más percusiva de las protestas, sino, en simultáneo, un vade retro colectivo, un suero antiofídico vociferado desde todos los balcones contra los arrastrados que baboseando con sus lenguas bífidas de Lady Macbeth, dictaminaron en favor del malindraje y en contra de los que prefieren trabajar…¿ Alberto es el poder virtual y Máximo y su madre encarnan el poder real? Es la pregunta de siempre.” Más adelante concluye: “Maquiavelo escribió: Un Príncipe no debe aliarse nunca con uno (o una) más poderoso que él. Todo cambia. Pero ella no.”

El “pobre” Alberto Fernández no sólo tiene de cancerbera a la vicepresidenta sino también al Papa. Eso nos enteramos por Jorge Fernández Díaz  en La Nación del 19 de abril Página 19: “El nuevo Alberto Fernández es sólo un Mujica aspiracional que acepta el tutelaje ideológico de aquél santo peronista arrellenado en el trono de Pedro”. Este escritor, cuyo ventrílocuo parece ser el troll- diputado Fernando Iglesias, enarbolando un antiperonismo de septiembre de 1955 escribió en La Nación el 12  de abril, página 23: “Durante las últimas décadas, los príncipes demagogos lograron casi siempre imponerse en elecciones a los príncipes austeros, y eso explica de manera cristalina el descenso a los sótanos de la mishiadura que nos hemos ganado a pulso. No podemos echarle la culpa a ningún imperio ni a una invasión marciana; la derrota más amarga la construimos nosotros ladrillo a ladrillo…La larga influencia peronista en la administración pública consiguió, al cabo de 50 años, que esos dos sectores se convirtieran en nuevas clases sociales: tomó empleados públicos a mansalva (para enmascarar la falta de inversión y de empleo genuino) y amasó una miseria inédita (clientes siempre dispuestos a vivir del señor feudal y sus limosnas). Estas dos nuevas clases sociales comprenden a millones de personas, y precisan un financiamiento continuo que el Estado inepto y falto de iniciativas desarrollistas es incapaz de otorgarles. A cambio, la única fuente que tiene para echar mano es a la renta privada…. No se trata sólo del 41% que votó contra los principios populistas, sino de mucho más: profesionales y pequeños comerciantes que suponían erróneamente que el cristinismo no tendría incidencia. Y que ellos serían beneficiados por el revival. Se equivocaban. El argentino que progresa será siempre el culpable, y lo ordeñarán en nombre de los “descamisados” hasta que no quede más que mala leche”

En el mismo sentido, Jonatán Viale, un joven prematuramente envejecido ideológicamente editorializa: “Argentina es un país que castiga al que se rompe el lomo, al emprendedor, al laburante, al que trabajó toda su vida. Y al mismo tiempo mucha gente que no cumple con la Ley no la pasa tan mal. Filosóficamente hablando, Argentina es un país tremendamente injusto con los que más esfuerzo hacen…

 

La cupula de AEA, integrada entre otros por Héctor Magnetto, Paolo Rocca y Luis Pagani.

 

La irrisoria cantidad de millonarios estimados (apenas 12.000) , que deberían tributar el impuesto a la riqueza, recuerda la humorada de Macedonio Fernández: “Faltaron tantos, que si faltaba uno más, no cabía”, no es óbice  para que Eduardo van der Kooy, los defienda en Clarín del 19 de abril, página 48: “ La AFIP en lugar de meditar cómo aliviar la carga tributaria, dice descubrir cuentas no declaradas en el exterior de ciudadanos argentinos. Un hallazgo de tiempos macristas. El vacío fue llenado por Cristina Fernández y el kirchnerismo… De su pensamiento nació la propuesta de un impuesto (vaya creatividad) para aplicar a las grandes fortunas… Sería natural que hombres de formación setentista que están, por razones biológicas, en la última recta política. Resulta más inquietante la presencia de Máximo Kirchner, un dirigente joven, a quien el propio Presidente le augura porvenir. Si así fuera, el porvenir quizás significaría pasado.”

El problema del poder y la libertad es una preocupación obsesiva de Joaquín Morales Solá, cuando el poder económico queda alejado. En “La Nación” 12 de abril página 23 se pregunta: “¿Es aceptable, sin embargo, que el Gobierno concentre en sus manos la suma del poder público?”

El 27 de mayo, ya no se pregunta sino que afirma: “La Argentina vive un virtual estado de sitio”

Luis Majul, contratado por La Nación para que juegue el mismo papel que ha desempeñado, desde hace muchos años, Jorge Lanata en Clarín, con gran efectividad, escribió el 4 de mayo: «Quedate en casa, nosotros nos quedamos con el Estado»

Afortunadamente existe una pléyade de desinteresados defensores de la democracia que van a evitar que la perdamos. Así Alejandro Borensztein en Clarín 19 de abril: “Que el bicho no se coma a la democracia… Con la excusa de la pandemia, algunos políticos avanzan sobre el Estado de Derecho”. El hijo de Tato Bores, amigo personal y defensor acrítico de Mauricio Macri, todos los domingos en la página 2 de Clarín escribe bajo títulos como este del 31 de mayo: “Rotisería Los Kirchner: hoy, Canelones Bolivarianos”.

Laura Di Marco en La Nación del 29 de mayo nos advierte: “Alberto Fernández y la “democracia” de los epidemiólogos”. Eso mismo sostiene el grupo entre cien y trescientos simpatizantes macristas, autodenominados como intelectuales, científicos y periodistas que publicaron el documento con el título “La democracia en peligro”. Esa democracia que el actual gobierno habría convertido en “una infectadura.”

¿Cómo se dio cuenta Laura Di Marco que vivimos bajo la democracia de los epidemiólogos? No se prive de saberlo:Sin embargo, hay miedo a cuestionar la estrategia del Gobierno sobre la cuarentena, porque este debate ha entrado en el terreno del fanatismo religioso, de la guerra religiosa, como suele suceder en la política argentina. La defensa de la cuarentena se ha ‘kirchnerizado’ ¿Sabés por qué me doy cuenta? Porque hay miedo a plantear dudas, e incluso preguntas. Porque volvieron los escraches, el modus operandi más oscuro y violento del kirchnerismo, como le sucedió a Javier Milei esta semana. Cuando la discusión es «cuarentena o muerte» entramos en un clima político peligroso. Me doy cuenta de que entramos en un clima político peligroso porque yo misma tenía miedo de plantear, en este editorial, las dudas que tengo y tenemos frente al rumbo y la forma que está tomando el confinamiento.

Uno de los gurkas antikirchnerista más obsesionados con Cristina es Héctor Guyot que en  “La Nación” 23 de mayo escribió: “Todo lo que hay que ver en estos días ya lo hemos visto. Vamos hacia un final cantado, sobre todo si nadie altera el guion que la directora va urdiendo en las sombras y que tan fielmente siguen sus actores, meras prolongaciones de esa mente que, escena a escena, busca en lo que escribe el camino que la lleve al desenlace deseado. Es una guionista con oficio, diestra en el arte de combinar palabras para imponer la sugestión del relato, de mano firme en el manejo de sus actores. Pero apela a giros remanidos, a recursos transitados en cuya eficacia todavía confía. Creadora de mundos ficticios, desde su pedestal subestima y humilla a la platea. A veces parece que se ríe de ella. Y también de sus actores, marionetas de una voluntad ajena que caen en el pecado de la sobreactuación, entre otros. El elenco trabaja a destajo para avanzar en una línea clave del argumento: la conquista del Poder Judicial… Los reos dominan a quienes deben juzgarlos: en la Argentina, la ficción no tiene límites”

Una semana después, “casualmente”, trabajando en tándem, el editorial de Clarín del 31 de mayo, firmado por Eduardo van der Kooy titula: “Cristina marca la agenda”   

Laura Di Marco está ya preocupada porque en las elecciones de medio término del  2021, puede ganar el gobierno actual. Eso ya se refleja en el título de su nota en La Nación del 22 de mayo: “Pandemia y pobreza, la fórmula que podría hacer ganar las elecciones a Alberto Fernández.”

A su vez Luis Majul está lejos de Hamlet. No tiene dudas y no necesita deshojar la margarita. Titula el 27 de mayo en La Nación: «Alberto Fernández y Cristina Kirchner, los nuevos dueños de la Argentina”

Y para terminar este pequeño muestrario, por razones de brevedad, La Nación del 24 de mayo: “Avanza la creación de un nuevo régimen” (Jorge Fernández Díaz); “La pandemia y la venganza vienen juntas” (Joaquín Morales Solá).  Una semana más tarde, la obsesión de los editorialistas permanece, dejando el campo de la política, ingresando al campo de la psicología: “El monstruo congelado despierta” (el monstruo es Cristina Fernández) escribió Jorge Fernández Díaz y “La revancha de Cristina contra Macri” de Joaquín Morales Solá. Es que el desenmascaramiento de las escuchas, la mesa judicial que actuaba sobre el Poder Judicial “independiente”, los negociados económicos, ponen nerviosos a los escribas mitristas, el brazo periodístico del poder económico.           

 

LAS NOTICIAS FALSAS EN UN TRABAJO IRÓNICO

El cacerolazo masivo basado en una noticia falsa sobre liberación generalizada de presos, es ironizado en el siguiente trabajo. Es cierto que hubo una cantidad pequeña de casos aberrantes determinado por algunos jueces que actuaron como aquellos equipos sin pretensiones, pero cuando juegan con otro equipo que se está jugando el campeonato, corren en forma llamativa, como si en esos 90 minutos les fuera la vida.

Con los ornitorrincos no (versión 2020) por William Scholl,

La cosa funciona así: Un domingo Joaquín Morales Solá editorializa en La Nación, afirmando que el gobierno tendría listo un plan para eliminar todos los ornitorrincos del territorio nacional.

A la noche Jorge Lanata, luego de hacer su monólogo disfrazado de ornitorrinco con barbijo, se despide con un primerísimo plano rogándole a los televidentes que hagan algo para parar el exterminio. Y mientras suena una dramática música de fondo les dice que no lo hagan por él, sino por los ornitorrincos.

Al día siguiente Clarín titula: «Feroz embestida del gobierno contra los ornitorrincos». «Amenaza de extinción»

El martes Bonelli se pregunta en TN: Van a desapadezed los odnitodincos? Cómo afecta ésto al bodzillo de loz adgentinos?

Y Majul en América dice: “Ante la incertidumbre por la escasez de ornitorrincos, la gente va a refugiarse en el dólar blue, que va a cotizar a más de doscientos pesos.”

El miércoles Larreta saca un DNU prohibiendo la cacería de ornitorrincos en todo el territorio de la CABA.

El jueves un notero de Canal 13 intercepta al ministro de Agricultura Ganadería y Pesca a la salida de su domicilio, y le pregunta cuál es el motivo por el cual el gobierno decidió terminar con los ornitorrincos, a lo que el funcionario le contesta: Pero si acá no hay ornitorrincos!. El notero se da vuelta hacia la cámara, y dice: “En el gobierno no quieren admitir la existencia del plan de exterminio de ornitorrincos, que ya estaría a punto de ponerse en marcha.”

Comienzan a circular cadenas de mails que dicen: «Hoy somos todos ornitorrincos» y «Si tocan a un ornitorrinco nos tocan a todos».

Se convoca por Whatsapp a cacerolear en contra de la medida.

Felicitas Beccar Varela declara que lo de los ornitorrincos es sólo el principio, y que el gobierno va por todo, incluidos los koalas y los osos panda.

Una ONG con sede en Washington lanza una campaña con la consigna: «Fight against argentinian dictatorship!!. Save the platypus!!» (Pelea contra la dictadura argentina!! ¡Salva al ornitorrinco!)

El viernes Gerardo Morales saca un DNU prohibiendo la cacería de ornitorrincos en todo el territorio de la provincia de Jujuy. El sábado Clarín y La Nación titulan: Sugestivo silencio del Presidente sobre el escándalo de los ornitorrincos.

El domingo Joaquín Morales Solá vuelve a editorializar, diciendo que un funcionario del gobierno  (al que no identifica) le confesó que decidieron dar marcha atrás con la matanza de los ornitorrincos, porque se dieron cuenta de que la medida les iba a restar apoyo popular. Y concluye: los ornitorrincos de la Argentina están a salvo gracias al coraje y la determinación del periodismo independiente. Buenas noches

 

LA PANDEMIA DEL ODIO

Los medios son el rostro visible, pero como un iceberg, lo más importante está debajo de la superficie. Son los que fogonean estos discursos.  No se los ve pero puede percibirse el rostro del poder económico con dos nombres emblemáticos: Héctor Magnetto y Paolo Rocca. El colega Alejandro Bercovich, en su nota en el diario BAE del viernes 29 de mayo, lo expresa con claridad: “Los que evitaron el papelón fueron Martín Migoya y Guibert Englebienne, fundadores de Globant. El domingo, después de la extensión oficial de la cuarentena hasta el 7 de junio, el grupo de whatsapp empresario «Nuestra Voz» estuvo a punto de publicar una proclama convocando abiertamente a desobedecerla. La impulsaban entre otros Cristiano Rattazzi (Fiat), el cordobés Gerardo Abdala (dueño de la distribuidora de indumentaria Sportcom), la bodeguera y exdiputada de Cambiemos Susana Balbo y el neuquino Diego Manfio, proveedor de petroleras en Vaca Muerta.”

Nuestra Voz reunió a 256 empresarios y CEOS más importantes que militaron activamente a favor de Macri.

La pandemia en algún momento pasará. Lo que definitivamente no pasará es la pandemia del odio hacia los gobiernos populares, impulsada por aquellos que pueden ir incluso contra sus propios intereses, en defensa visceral de sus prejuicios forjados desde la cuna.

Si en medio de una crisis económica y sanitaria sin precedentes que constituyen el fin del siglo XX e inicio del siglo XXI, la Argentina de los dos modelos continúa su lucha, demuestra que la primera frase de esta nota no es exagerada: El sueño de la unidad nacional es un oxímoron.  No hay vacuna contra la pandemia del odio. Más de dos siglos de existencia y el virus no disminuye su virulencia habiendo períodos en que aumenta en forma significativa su letalidad

La escritora Claudia Piñeiro describe el momento, con belleza literaria y precisión en la revista Anfibia: “El mundo que miramos a través de la ventana es un mundo que ya no existe. Como una estrella que murió hace tiempo, pero que seguimos viendo porque la luz tarda años en llegar a la tierra, lo que vemos ya no está. Sin embargo, y esto es lo que más inquieta, aún no sabemos cómo será el nuevo estado de cosas que viene a reemplazar a aquel del que sólo nos llega su antigua luz”.

En Brasil, cuando se desplazó a Dilma Rousseff y se encarceló a Lula, circulaba el siguiente relato referido al odio: “Una hormiga por bronca a la cucaracha, votó a favor del insecticida. Todos murieron. Hasta el grillo que se abstuvo de votar.”       

 

Buenos Aires, 3 de junio de 2020

*Coconductor del programa radial EL TREN, con más de 16 años en el aire. Contador Público recibido en UBA. Fue profesor de Economía Política en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma Universidad. Es Periodista. Sus trabajos son publicados en diversos medios nacionales e internacionales. Es autor del trabajo de investigación “25 años de ausencia” y participó con trabajos en los libros “Damián Carlos Álvarez Pasión por el libro” e “Insignificancia y autonomía”. Debates a partir de Cornelius Castoriadis.

Además es coautor del libro “Bicentenario de la Revolución de Mayo y de la Emancipación Americana».

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