La crisis de ingresos fue la responsable central de que el oficialismo perdiera más de cuatro millones de votos en la elección de medio término. Con el diseño actual de política económica, cuanto más se crece, más desigual resulta el patrón distributivo, a punto tal que la desigualdad supera incluso a los niveles del año 2019.
Por Artemio López*
(para La Tecl@ Eñe)
Cuando Cristina Kirchner advertía ya en diciembre de 2020 “un gran desafío obviamente va a ser la economía. Sergio (Massa) decía que la economía va a crecer en 2021, pero ojo, yo no quiero que ese crecimiento se lo queden tres o cuatro vivos nada más. Para esto hay que alinear salarios y jubilaciones, precios y tarifas. Porque la Argentina es ese extraño lugar donde mueren todas las teorías económicas”, tal vez rememoraba lo acontecido en los años noventa donde de la mano del peronismo en su fase menemista, la economía crecía junto al desempleo, la pobreza y la inequidad distributiva.
Al respecto un reciente informe de coyuntura, el N° 38 de CIFRA CTA, señala que: “Uno de los hechos más notables de esta recuperación (del año 2021) fue la debilidad que encontró el proceso de recuperación de los salarios reales a pesar de la reducción del desempleo. La caída del salario promedio anual de los trabajadores registrados en el sector privado fue del 2,3% en 2021, en tanto que la de los no registrados fue del 7,1%. La perspectiva es negativa si se tiene en cuenta la aceleración del proceso de inflación en febrero y marzo de 2022 (4,7% y 6,7%, respectivamente). Bajo esas circunstancias, se acentúa la tendencia regresiva en términos de la distribución del ingreso que se inició en 2018. La caída en la participación de los asalariados en el ingreso fue del 48,0% al 43,1% entre 2020 y 2021, cuando en 2017 era de 51,8%. A la inversa, el excedente apropiado por los empresarios subió del 50,5% al 54,3% del PIB entre 2020 y 2021, cuando en 2017 era de 46,4%. Esto explica que la reactivación económica haya estado empujada por la inversión y, en menor medida, las exportaciones, mientras que el peso del consumo privado se desplomó a un nivel más bajo que el de la gran crisis de 2002 (61,8%).”
Este diagnóstico se ve reflejado en el cuadro de apertura, donde se observa la paradoja aparente de que, con el diseño actual de política económica, cuanto más se crece, más desigual resulta el patrón distributivo, a punto tal que la desigualdad supera incluso a los niveles del año 2019, cuando Mauricio Macri tuvo que abandonar su sueño de ser reelecto.
También se patentiza en el cuadro de ingresos familiares del INDEC relevado en el cuarto trimestre del año 2021.
Así las cosas, no por casualidad, como señala la comunicóloga Carla Pelliza, el término más usado por Cristina Kirchner en EuroLat fue “desigualdad” y sus acepciones.
Según informa el informe económico de abril de ACIEN, para el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) la carrera entre salarios y precios en los últimos cuatro años resultó claramente a favor de los segundos.
Durante ese período los trabajadores del sector privado formal perdieron en PODER DE COMPRA el equivalente a 6,3 sueldos mensuales mientras que los que están en el sector informal resignaron 10 haberes.
El reporte del IARAF dice que, en los últimos 48 meses, los asalariados formales estuvieron 30 meses en los que sus haberes perdieron contra la inflación, los informales resignaron poder de compra a lo largo de 34 y los empleados públicos durante 33 meses. Al comparar los ingresos nominales con la inflación, los sectores más perjudicados serían los trabajadores informales que perdieron 8,5% de poder adquisitivo en promedio por año.
Le siguen el sector público con 6,1% y los jubilados que perciben el haber mínimo con el 5,3% de pérdida promedio anual. Los asalariados formales perdieron a razón de 4,5 puntos a lo largo del período. Visto de otro modo, el IARAF precisa que si se toma la cantidad de bienes y servicios que se podían consumir con un salario entre febrero de 2017 y enero de 2018, en los últimos 48 meses los asalariados registrados perdieron el equivalente a 6,3 sueldos, los informales 10 y los empleados públicos 7,9.
Más del 60% de la población percibió un INGRESO PROMEDIO de $ 52.550 a fines de 2021, según el INDEC. El 77% de dichos ingresos provino de fuentes laborales. El INGRESO MEDIO DE LA POBLACIÓN OCUPADA fue de $ 55.512, mientas que el INGRESO MEDIO DE LOS ASALARIADOS FORMALES ascendió a $ 68.879.
El ingreso promedio de los primeros cuatro deciles de la población, ordenado según el ingreso de la ocupación principal, fue de $ 19.941. El ingreso promedio del estrato medio (deciles del 5 al 8) fue de $ 53.608, mientras que el ingreso de los deciles 9 y 10 equivalió a $ 130.534.
Respecto a la población asalariada, se registraron 9.026.021 personas con ingreso promedio de $ 55.823. El ingreso promedio de las personas asalariadas con descuento jubilatorio fue de $ 68.879 (+54,4% interanual), mientras que, en el caso de aquellas sin descuento jubilatorio, el ingreso promedio equivalió a $ 28.592 (+53,1% interanual).
Por eso tampoco extraña que el valor de la canasta básica de pobreza para un hogar metropolitano de cuatro miembros fijada en $89.690 supere al salario medio de la economía y el 15% de los trabajadores registrados privados, el 41% de los cuentapropistas y el 45% de los trabajadores no registrados sean considerados “trabajadores pobres”.
Se trata de ocupados plenos que no logran acceder a ingresos que les permitan superar la línea de pobreza de su hogar. Un fenómeno que se instaló en los años 90, recrudeció con Macri y aún persiste de manera robusta.
Toda esta descripción es para reforzar la idea de que la crisis de ingresos fue la responsable central de que el oficialismo perdiera más de cuatro millones de electores en la elección de medio término. Votantes que, sin embargo, no fueron a engrosar el acumulado de la coalición neoliberal, sino que permanecieron en sus casas, fueron al voto en blanco o a otras opciones preferentemente de izquierda, aunque en CABA también optaron discretamente por Javier Milei, en las barriadas más castigadas y pobres.
Reiteramos, la base electoral que en 2019 acompañó al FDT y no lo hizo en 2021 no quiere votar a la coalición neoliberal, no lo hizo en 2021 y no lo hará en 2023. La sociedad no se “derechizó” en absoluto, tan solo dio el mensaje claro de que con esta política económica y el nivel de ingresos que supone, se incumplió el pacto electoral del año 2019 y no acompañó.
Es tan evidente este hecho que, por caso en La Matanza, el partido más extendido y emblemático de Buenos Aires, el FDT perdió en 2021 un total de 250.000 votos respecto al año 2019, de los cuales fueron a Juntos por el Cambio tan solo 19 votos.
Para volver a unir por abajo el quebrado FDT debe rediseñarse la política económica, modificar paulatina pero claramente el patrón distributivo, mejorar los ingresos familiares y entonces sí, como bien plantea el presidente Alberto Fernández, “el que quiera hacerles creer que en 2023 estamos perdidos, ¡un carajo estamos perdidos!».
Buenos Aires, 22 de abril de 2022.
*Director Consultora Equis.
1 Comment
Excelente análisis . Con ciencia y conciencia . Con un final contundente : un carajo estamos perdidos . !!!!!✌️✌️✌️✌️✌️✌️.