Subjetividad Mortífera y Negacionismo. Parte II – Por Osvaldo Fernández Santos

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Subjetividad Mortífera y Negacionismo. Parte II – Por Osvaldo Fernández Santos

Foto: Qué digital.

El psicoanalista Osvaldo Fernández Santos sostiene que es necesario seguir reflexionando sobre el atentando pepretado hace un mes contra la vida de la Vicepresidenta Cristina Fernández, porque es un acontecimiento que conmueve debido a la potencia de la captura subjetiva por el ideario deshumanizado, desligado de lazos amorosos hacia el otro, en el que radica el drama de hoy y la verosímil tragedia de mañana.

Por Osvaldo Fernández Santos*

(para La Tecl@ Eñe)

                                   Los monstruos existen pero son demasiado pocos para ser realmente peligrosos; más peligrosos son los hombres comunes…

                                   Primo Levi

El atentado anunciado, promovido y desmentido, llegó y comenzó otro tiempo. Pensar entre la conmoción y el aturdimiento es una necesidad. La repetición de la imagen de Fernando Sabag Montiel gatillando dos veces un arma de fuego en la cabeza de Cristina Fernández estremece y captura, captura porque en su repetición se busca ligar lo traumático. También en su repetición se inflama el odio con interpretaciones inverosímiles pero efectivas, que reniegan de la realidad y culpabilizan a la víctima.

Una persona común casi tan ignota como lo era el fiscal Diego Luciani hasta que disparó odio en forma de alegato, expuso la dimensión desmesurada de la pulsión de muerte engendrada en la ambición sin límites de las clases dominantes.

En la nota “Subjetividad Mortífera y Negacionismo” (https://lateclaenerevista.com/subjetividad-mortifera-y-negacionismo-por-osvaldo-fernandez-santos/) publicada el 25/3/21se expresó: “Las bolsas mortuorias como reciente símbolo de la derecha argentina, no son metafóricamente aleatorias sino inherentes a la beligerancia creciente de la compulsión destructiva que reemplaza el trabajo de pensamiento. Los antecedentes simbólicos exhibidos en las marchas reaccionarias de muñecos que simulaban el ahorcamiento de dirigentes populares, el grito de guerra de “a los negros de mierda hay que matarlos a todos”, la vocinglería desenfrenada de odio de la mayoría de los manifestantes a los que se les acerca un micrófono, dan cuenta del recorrido lógico hasta la aparición de las bolsas mortuorias con los nombres de dirigentes de Derechos Humanos, gremialistas y políticos”.  Al párrafo, hoy cabe agregarle la conclusión entonces negada: la idea del magnicidio era una crónica anunciada.    

Los discursos de odio y las mentiras como armas políticas no son un patrimonio exclusivo del presente, el nazismo, pero no sólo, es una muestra patente de antecedencia histórica. En la actualidad, justamente, el método goebbeliano potenciado por las nuevas tecnologías hace a la esencia de la persecución, la guerra judicial, las noticias falsas, el odio y la defenestración del otro del poder real, donde la figura de CFK condensa a ese otro por excelencia. Nótese, que si se cambia el significante “judío” del discurso del nazismo por el de “kirchnerista” (o: pobre, peronista, zurdo, planero, …) se obtiene el discurso de la derecha argentina.

Es cierto que la crueldad forma parte de nuestra singularidad histórica, en la cual se celebró el bombardeo de La Plaza de Mayo, se vivó el cáncer o se justificó la desaparición de personas entre otras atrocidades; pero en dichas ocasiones, la inmoralidad se circunscribió a una minoría social, mientras que en el presente la producción de subjetividades moldeadas por lo siniestro atraviesa transversalmente a las clases sociales en proporciones que estremece considerar.

El atentado contra Cristina fue precedido por toneladas de diatribas odiantes, difamaciones, exhibición de bolsas mortuorias, horcas, guillotinas, pedidos de pena de muerte, prevaricatos; y proseguido con enunciados de personas comunes lamentándose por las balas que no salieron o el chiste/deseo de un rápido atentado contra Máximo Kirchner para extender el feriado. Es pertinente resaltar la cualificación de personas comunes, aquellas a las que Primo Levi temía como ejecutoras y facilitadoras del nazismo, porque en la captura subjetiva por el ideario deshumanizado, desligado de lazos amorosos hacia el otro, radica el drama de hoy y la verosímil tragedia de mañana.

Los ignotos que desmienten el debido proceso o los que empuñan un arma son personas comunes, que forman parte del imaginario simplista de atribuir en singular a Cristina Fernández de Kirchner (Kretina, Korrupta, Kruela, la Yegua,…) o en plural al kirchnerismo, los zurdos, la Cámpora, el peronismo… o en lo circunstancial a los mapuches, a los científicos, a los adolescentes que toman un colegio, los sindicatos… el origen de todos los males; odiándolos, defenestrándolos. Es corto el paso para luego convertirse en un cruzado o avalar la destrucción del otro que impide el bienestar de la república (“Sí somos un país que lo tiene todo”).

La banda del Liverpool o la de los Copitos no son solo eslabones en una cadena que tiene ascendentes, sino que, se inscriben en un universo de subjetividades mortíferas.

Las subjetividades mortíferas son neonazis-neofascistas, aunque muchas no conozcan el significado del tercer reich o de las camisas negras e incluso otras hasta puedan formalmente despreciarlos. La ignorancia de la vida en el presente eterno, lejos de aminorar su peligrosidad, la nutre.

El imperativo ético de dar respuesta a los compatriotas marginados de casi todo,  es inescindible de la necesidad pragmática de desmantelar las condiciones necesarias para la incubación de los huevos de la serpiente.

La privación ilegal de la libertad de Milagro Sala en el laboratorio pionero del terrorismo de estado en democracia, avalada por la inacción del Frente de Todos, es la condición de partida y ensayo exitoso de la abyección como norma.   

La creencia y la asunción literal de la consigna que el Amor Vence al Odio es una ingenuidad peligrosa, filo-suicida. La instalación de subjetividades mortíferas es un hecho de la realidad, desconstruirlas requiere de un decidido accionar político con inevitables disputas de poder materiales y simbólicas.

Buenos Aires, 2 de octubre de 2022.

*Psicólogo – Psicoanalista.

1 Comment

  1. apico dice:

    Muy buena su reflexión sobre la inanición de quienes pueden y deben dar respuestas. Son el recuerdo de Kerensky o la república de Weimar, sin admitirlo, ni percatarse de su falsía histórica. Solo percibirán sus discapacidades, cuando vayan por ellos, nunca cuando vengan por todos.