Horacio Rovelli analiza en esta nota las consecuencias de contar como esquema económico de país con un modelo extractivista-agropecuario exportador en el contexto de un mundo, especialmente China, que con poder adquisitivo para hacerlo demanda alimentos para su población, lo cual eleva los precios internos de nuestros productos y afecta su consumo por parte de la población. La concentración de productores y comercializadores y el precio de la tarifas de servicios públicos, son otras de las variables que Rovelli desglosa en este artículo.
Por Horacio Rovelli*
(para La Tecl@ Eñe)
En la Argentina, como en todos los países del mundo, en mayor o menor medida, la pandemia originada por el Covid-19 afectó al trabajo y a la producción que debió readaptarse a nuevos protocolos que implicaron menos trabajadores empleados y menos horas de trabajo generadas y, con ello, menores remuneraciones pero, paralelamente, en nuestro país se fortaleció el modelo extractivista – agropecuario exportador, dado que sobre todo China, pero también en menor medidas los demás países con poder adquisitivo para hacerlo, demandaron alimentos para su población, básicamente importaron e importan para sustituir, de esa manera, el hacinamiento de los animales por la gripe aviar, porcina y el “síndrome de la vaca loca”, por un lado, y el freno en el nivel de actividad, por otra parte, hace que se consuma en el país menos energía con lo que se reducen las importaciones de las mismas.
Pero la solución de ellos se ha convertido en un problema para nosotros dado que, la Argentina que representa menos del 0,3% de la cantidad de bienes y servicios que se producen en el mundo, es el decimo exportador de alimentos y el tercero en grano, pellet y aceite de soja del planeta. La mayor demanda internacional ocasionó una suba sideral de sus precios, la tonelada de soja en el mercado de Chicago (EEUU), que es el mercado referente de granos, valía a fines de diciembre 2019 U$s 324,57.- y el viernes 14 de mayo 2021 pasó los 600 dólares, un aumento en dolares del 90% a lo que se le debe sumar la devaluación oficial de nuestra moneda del 60,5% (Dólar comercial Banco Nación Argentina de $ 62 a $ 99,75) en el mismo período que, al no modificarse las retenciones (derecho de exportación del 33% en el caso de la soja), el impacto fue directo al precio de ese grano, de su harina y de su aceite, y el mismo mecanismo se reproduce con los demás granos que incluso tienen un derecho de exportación menor que es del 12%, y con las carnes, que tienen una retención del 9%.
El maíz es un importante componente en la formación de precios internos, ya que el mismo es un insumo básico en la cadena de valor de la alimentación de la ganadería bovina, ovina, porcina y aviar. Entre 2011 y 2020 las exportaciones de la Argentina de maíz pasaron de los 15 millones de toneladas hasta los 37 millones de toneladas, más que duplicando la cantidad total exportada a lo largo de la década. En promedio de la década según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, la producción total ronda los 45 millones de toneladas por lo que en 2020 se exportó más del 80% de lo producido; esa situación presiona sobre los precios finales de los productos cárnicos al ser base de su alimentación. Es notorio que, esta situación hace que cada vez sea menor el saldo remanente para la alimentación de la ganadería y de la industria local y por lo tanto la posibilidad de desacoplar precios
El trigo es un insumo esencial en la dieta argentina y en la producción de alimentos. Con la llegada al gobierno de Mauricio Macri se liberaron los frenos a la exportación de trigo y éste comenzó a recuperar lugar en los mercados internacionales, especialmente en el mercado brasileño, en desmedro del mercado local, al que solo venden si igualan al precio de su venta externa.
El aumento del precio de la carne en general y de la vacuna en particular, responde a dos razones: a) La suba del precio del maíz, principal insumo de engorde en corral, y b) La liberación de las exportaciones. En enero de 2020 el kilo de maíz costaba ocho pesos; en mayo 2021 cuesta 21 pesos. Esto quiere decir que aumentó 162% en un año y alrededor de un 60% desde diciembre de 2020. Esta dinámica fue en parte alentada por nuestro país. En 2019, la Secretaría de Agroindustria informó que las autoridades de Beijing habilitaron la exportación argentina de carne enfriada y con hueso. Se firmaron los protocolos de carne bovina para la inclusión de carne enfriada con y sin hueso y congelada con hueso, que se sumaron a la carne congelada deshuesada que ya se exportaba, sin tener en cuenta el consumo nacional.
El 75% de las exportaciones de carne tienen como destino a China que con una población de 1400 millones de habitantes y una economía creciendo sostenidamente, incorporó proteínas a su dieta y se habituó. Hoy, cualquier mínima suba de sus compras, eleva el precio internacional. Brasil está sufriendo una situación similar con su principal alimento, el arroz. El gobierno del hermano país abrió la importación para bajar el precio que ya escaló un 85%.
En la Argentina hace muchos años que los ganaderos manifiestan a la AFIP tener unas 55.000.000 de cabeza de ganado vacuno, seguramente que al SENASA declaran más, pero el Estado no fiscaliza ni concilia esas declaraciones juradas. Por otra parte, la faena anual de carne vacuna 2020 declarada fue de 14,0 millones de cabezas, generando carne por 3,17 millones de toneladas, de las cuales se exportó casi un millón de toneladas, que se agrava porque a China (que es nuestro principal comprador) y a los demás países del este asiático, se le vende toda la res y esa es la razón porque el precio interno se incrementó de sobre manera, reduciendo el consumo per cápita de carne en la Argentina a solo 50,1kgms por habitante[1], el más bajo de los últimos cien años (2,25 millones de toneladas, el 71% de lo que declaran faenar, se destinaron al mercado interno en el año 2020)
El Consorcio ABC de exportadores de carne vacuna realiza el 80% de esas ventas externas, constituido por Frigorífico Rioplatense de los Costantini; La Anónima de los Braun (madre de Marcos Peña Braun); FRIAR SA (de los Vicentin); SWIFT ARGENTINA S.A; QUICKFOOD S.A.; etc. Al poder exportar igualan el precio de la carne vacuna con el del exterior por lo que aumentó un 75% su precio en el mercado interno argentino en el año 2020, como asevera ROSGAN (mercado ganadero de la Bolsa de Comercio de Rosario y compañías consignatarias).
La Resolución Conjunta 3/2021 de los Ministerios de Desarrollo Productivo y de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, se basa en la Ley 21.740 que asigna competencias para establecer las normas de calidad y especificaciones técnicas a las que deberá ajustarse la exportación de carnes y subproductos ganaderos, y le otorga potestad para adoptar las medidas necesarias para priorizar el abastecimiento del mercado interno, orientando la producción, comercialización de ganados y carnes y su industrialización. Por ello, resuelve que las exportaciones de los productos cárnicos y sus subproductos, estarán sujetas a la registración previa de una Declaración Jurada de Operaciones de Exportación de Carne (DJEC) y, a su vez, y la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario y la Secretaría de Comercio Interior, instrumentarán procedimientos para el intercambio diario de la información amparada bajo las Declaraciones Juradas de Operaciones de Exportación de Carne, con el objeto de monitorear el adecuado abastecimiento del mercado interno, así como el cumplimiento de los marcos legales de ambos organismos.
Es obvio que no se podía seguir con un aumento constante de las exportaciones de carne vacuna en desmedro del mercado interno por lo que significa en el consumo de las familias argentinas; recordemos que Néstor Kirchner en el año 2006 suspendió las exportaciones de carne vacuna por seis meses y que, cuando la República Popular China le ofreció comprar, le dijo que no, porque primero se debe abastecer al mercado interno.
La respuesta al problema generado es obvia, ya que los grandes frigoríficos tienen un negocio asegurado en el tiempo, porque China trata de reemplazar la carne aviar y porcina, sobre todo por la gripe en esos dos animales, por carne vacuna, bien que esos grandes frigoríficos que conforman el Consorcio ABC inviertan para faenar más vacas, así como los ganaderos vayan incrementando la cantidad de cabezas.
Paralelamente se debe hacer un estricto control de las ventas en negro de animales y su carne, por razones de sanidad, de registrar todas las operaciones y que, todas paguen los tributos y aportes correspondientes y evitar el contrabando que beneficia de sobremanera a quien lo realiza y perjudica al consumo interno y al fisco.
CONCENTRACION DE PRODUCTORES Y COMERCIALIZADORES
La otra parte de la explicación de porqué suben como suben los precios de los alimentos está en las cadenas de producción y comercialización. Esa fuerte concentración en pocos operadores les permite igualar los precios externos con los internos, entonces pagamos la botella de aceite mezcla de 1,5 litros en torno a los $ 200.- (dos dólares) y en Ámsterdam está a 1,65 euros (equivalente a dos dólares), la diferencia es que ese aceite se produce acá y que los trabajadores en Holanda tienen un salario mensual promedio de 3.500 euros (unos 4.000 dólares) y en la Argentina el salario mensual promedio informado por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social en marzo de 2021 fue de $ 75.809.- (menso de 800 dólares).
El abastecimiento en el mercado interno de un producto básico de la canasta familiar local como es el aceite mezcla de girasol y soja, es controlado por 4 (cuatro) empresas que concentran el 90,5% de la facturación y el 90,6% del volumen. AGD (Aceitera General Deheza), con su marca Natura; Grupo Navilli, con su marca Molinos Cañuelas; Molinos Rio de la Plata, de Pérez Companc, con sus marcas Cocinero y Lira; y el grupo ARCOR de Pagani.
Si miramos la harina de trigo, la empresa Cargill (EEUU) tiene siete plantas de molienda, seguida por Molinos Cañuelas del Grupo Navilli (Argentina), luego por Lagomarsino e Hijos (Argentina) y Los Grobo (Argentina). Estas cuatro empresas realizan el 50% de la producción y superan el 55% de la exportación de harina de trigo. En el caso de la comercialización en el mercado local de la harina de trigo, nuevamente Pérez Companc (Blancaflor y Favorita) y Navilli (Pureza) concentran el 82% del mercado.
En el aprovisionamiento al mercado interno de fideos, Molinos Río de la Plata tiene el 79%, controlando siete marcas líderes: Mattarazzo, Luchetti, Canale, Don Vicente, Don Felipe, Favorita y Manera.
Existen una gran cantidad de molinos que procesan arroz. Sin embargo, el dominio lo ejerce claramente la empresa Adecoagro del Grupo Soros (estadounidense), dueña de la marca Molinos Ala. La otra empresa fuerte del sector es Molinos Río de la Plata, dueña de las marcas Gallo y Luchetti, que en este segmento tienen más de un tercio de la participación de ventas en el mercado interno.
Otro producto esencial, el azúcar de mesa, también está en manos de un puñado muy reducido de corporaciones, donde tres empresas concentran el 85% de la facturación: Ingenio El Tabacal, de la multinacional norteamericana Seabord (Chango y Tabacal); el Grupo Blaquier (Ledesma), aunque en varios emprendimientos aparece asociada a la multinacional Cargill; y la local Valpafe (Domino, Madison, Santa Lucía). El azúcar incrementó su precio en un 52,77% en un año, también por encima de la inflación general, e incluso de la de alimentos en particular.
En el sector lácteo, la familia Mastellone asociada con Inversiones Dallpoint (EEUU) y Danone (Francia), es la empresa más grande, tiene siete plantas industriales, es líder en ventas de leche fluida con el 60% del mercado. Y acapara también el 77% de los yogures y el 70% de la producción de los postres en base a la leche de vaca.
Finalmente, las grandes cadenas de ventas (Coto, Carrefour, Cencosud, La Anónima, Walmart, Libertad, etc.) reunidas en ASU (Asociación de Supermercados Unidos) administran el 65% de la comercialización de los bienes que se consumen en el país, en ese marco y con esa sociedad de hecho y de muchos años entre grandes productores y comercializadores, es muy difícil destrabar el proceso de formación de precios de esos productos.
Como consecuencia, la dolarización de los precios internos de los alimentos tiene una visible correlación con la dinámica de las exportaciones lo que pone presión a la formación de los precios en Argentina. En síntesis, en Argentina, la única forma de desacoplar los precios consiste en:
a) Se debe frenar con la constante devaluación de nuestra moneda, ya la devaluación la hizo el gobierno de Cambiemos cuando ajustó el tipo de cambio entre fines de abril y fines de julio de 2018 en un 100%, no se requiere de mayor devaluación, al contrario se requiere de recuperar el valor del peso. Néstor Kirchner cuando asumió el 25 de mayo de 2003, el dólar oficial estaba a $ 3,50.- y cuando dejó de ser Presidente de la República, el 9 de diciembre de 2007, el dólar oficial valía $ 3,22.- Revalorizó nuestra moneda y con ello los activos y el trabajo argentino.
b) Se deben aumentar fuertemente los Derechos de Exportación (retenciones), se desacoplan los precios y el Estado nacional obtiene mayores recursos de las exportaciones
c) Se debe imponer un cupo máximo de exportaciones para resguardar el mercado local. Primero satisfacer el mercado local y el saldo se exporta.
LAS TARIFAS
Podemos extender lo que sucede con los precios de los alimentos a las tarifas de gas, luz y el precio de los combustibles. Esto es, no se sabe el costo de extracción del petróleo y del gas (que es lo primero que se debe saber para conceder el aumento del precio), recordemos cuando el por ese entonces Ministro de Energía Juan José Aranguren, que trabajó durante más de 30 años en Royal Dutch Shell, en la interpelación en el Congreso de la Nación se le preguntó por el costo promedio de extracción del petróleo en la Argentina, dijo desconocerlo. Es obvio que no lo quiso decir porque no es lo mismo sacar petróleo del Mar del Norte (que es el que fija el precio mundial del barril) que en la cuenca de Vaca Muerta en la Argentina, la renta (diferencia entre el costo de extracción y producción del bien final y el internacional) es seguramente abismal.
Lo mismo pasa con el gas, en la etapa de extracción las empresas que participan son: YPF, Total Austral, Pan American Energy (PAE)[2], Petrobas, Pluspetrol, LF Company, Tecpetrol, Apache y Chevron. El transporte es controlado por Transportadora General del Norte (TGN) de Techint y Eurnequián, y Transportadora General del Sur (TGS) de Pampa Energía (Marcelo Mindlin ; Joseph Lewis; BlackRock y las familias Sielecki y Werthein), que conectan las cinco cuencas que existen en el país. La distribución es manejada por nueve empresas que son Metrogas, Gas Natural Fenosa, Camuzzi Gas Pampeana, Camuzzi Gas del Sur, Ecogas Centro, Ecogas Cuyana, Litoral Gas, GasNor y Gas Nea quienes se encargan de distribuir el gas a lo largo del país, y todas ellas parten de sostener que el costo promedio de extracción del millón de BTU es de 3,91 dólares. Pero no dicen cómo llegaron a ese precio, cuando es obvio que no es lo mismo extraer gas de la Cuenca Neuquina que de las otras cuencas o de la cuenca marina.
Finalmente, en las tarifas eléctricas el que la genera (porque todavía las usinas térmicas, las represas, la energía nuclear, la renovable, son del Estado) es CAMMESA (Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A) que, si bien es una sociedad anónima, el principal accionista es el Estado Nacional y recibe por ello un subsidio (como todos los años) que en el presupuesto nacional 2021 es de 4.781 millones de dólares. Pero el que realiza el Transporte es TRANSENER SA, que es concesionaria de servicio público que opera y mantiene en forma directa el 85% de la red de alta tensión y supervisa el 15% restante de todo el territorio nacional argentino, cuyo principal accionista es Pampa Energía. Las Distribuidoras principales son EDENOR SA, en la que Black Rock y el grupo Mindlin eran sus principales accionistas y en diciembre 2020 aparecen comprando el 51% del paquete accionario el grupo Vilas-Manzano y Filiberti. La segunda distribuidora es EDESUR, cuyo principal accionista es el Ente Nacional de Energía Eléctrica (ENEL), la empresa estatal italiana que administra la energía de Italia y tienen en EDESUR participación minoritaria las firmas ENDESA de España y EDESUR de Chile. Las distribuidoras Edesa, Eden, Edes, Edea y Edelap que preside Rogelio Pagano, quién años atrás fue socio menor de Marcelo Mindlin
Debemos recordar que durante los 4 –cuatro- años de gobierno de Cambiemos el precio que más se incrementó fue el de la energía eléctrica, que lo hizo en un 764,9%, por encima de la inflación que fue de 664% y de la devaluación oficial de nuestra moneda que fue de 679%, el dólar del banco de la Nación Argentina pasó de valer $ 9,20 a $ 62.- en el período.
Acá también se exige un fuerte rol regulador del Estado para determinar costos y calidad del servicio en beneficio de la población.
Referencias:
[1] IPVCA – Instituto de promoción de venta de la Carne Vacuna, cuando antes del año 2015 se consumía de 72 a 75 kgm per cápita.
[2] Estas tres representan el 75% de la producción de gas.
Buenos Aires, 24 de mayo de 2021.
*Economista especializado en temas fiscales y monetarios. Profesor de Política Económica en la Universidad de Buenos Aires. Ex Director de Políticas Macroeconómicas del Ministerio de Economía.