Segundo capítulo del folletín sobre Elisa Carrió que lleva por título “Destellos de Juventud”. En esta entrega, Carlos Caramello realiza una semblanza de quien se definió en 2019 como la líder espiritual de la Tercera Edad, y para ello indaga en el nacimiento y la niñez de Carrió, quien fue criada como una reina, -es decir y en palabras del personaje en cuestión-, como una inútil.
Por Carlos Caramello*
(para La Tecl@ Eñe)
Un hombre no es viejo
hasta que la ambición
toma el lugar de sus sueños.
John Barrymore.
Corría el ya histórico mes de octubre de 2019. Cambiemos intentaba reponerse de la paliza recibida en las PASO aunque algunos portaban una cara de derrota que ni Napoleón en Waterloo. Elisa María Avelina, sin embargo, no lo había registrado. “Esa elección no existió (…) vamos a ganar por más del 50 por ciento”, berreaba en una soledad muy parecida al abandono.
En esa obcecación de no entregarse -en un momento llegó a decir que los iban a “sacar muertos de Olivos”-, levantó, en sus redes sociales, una suerte de spot de campaña en el que se autoerigía “líder espiritual de la Tercera Edad”.
Decía: “Miren, los que tenemos muchos años -yo soy líder espiritual de la Tercera Edad, o sea que pisamos los 60; yo tengo 63- hemos vivido mucho la Argentina. Hemos vivido su historia; tenemos mucha memoria. Y sabemos que esta es la primera vez, desde Marcelo T. de Alvear, que un presidente no PJ termine su mandato. Que hay, además, un peronista republicano en la vice presidencia, es decir que la cultura de la República, de la igualdad de oportunidades… se hace camino al andar. ¿Es duro? Si. Y si no fuera dura la vida, ¿sería linda? Entonces, nosotros que hemos aprendido la dureza. Y también la dureza del fracaso -estoy hablando desde mi también- tenemos que hacer esta fuerza; este deber. Así que hay que ir a votar ese día. Hay que poner ese voto. Decir: ´Yo estuve ahí, aunque tenga 99 años pero estuve ahí´. Yo estoy segura que vamos a estar todos juntos, los de la Tercera Edad, votando ese día”.
¿Será porque fue anotada un mes después de su nacimiento que la edad se ha vuelto parte importante de ese juego de espejos en el que se refleja la historia y la contra-historia de este personaje? Personaje que bien podría capitanear alguna caterva de súper villanos (porque no deja de ser de historieta) y, sin embargo, ha intervenido el último cuarto de siglo de la historia política de nuestra Patria. Una intervención negativa, seguramente, pero intervención al fin.
Wikipedia -que como fuente no es demasiado confiable salvo para algunos miembros de la justicia federal propensos al lawfare, algún que otro perito trucho y para testigos protegidos y no tanto-, apela al hípertexto cuando refiere al día del nacimiento de Carrió: 26/12/1956. Y si bien ratifica la fecha verdadera, aclara que “la ficha de Elisa María Avelina Carrió en el padrón electoral argentino, publicado en el sitio Buscar Datos, afirma que nació en 1959”.
Ella misma provoca constantemente confusiones con esta cuestión -como con otras tantas-. En julio de 2015 publicó un tuit que rezaba: “Llegando a los 60”. Le faltaba todavía casi un año y medio para alcanzar esa edad pero, la por entonces diputada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se había comprado unos anteojos de cotillón que consistían en un gran número 60 negro tachonado con strass y, como no podía aguantarse las ganas de mostrarlos, subió foto con texto confuso. Los reestrenó al año siguiente, en el verdadero día de su cumpleaños y los exhibe cada tanto, sólo para profundizar ese perfil payasesco con el que pretende mostrar que a ella no le importa nada cuando, en verdad, como toda reina de pueblo chico, vive rodeada de prejuicios, recelos, pruritos, convencionalismos y temor al ridículo.
“Si me sigue la cámara”, hubiese dicho en este momento José de Zer (socio fundador del sindicato nacional de movileros y miembro destacado de la troica fundante del Nuevo Periodismo del Lawfare, la Posverdad y las FakeNews, junto con Bernardo Neustadt y José Gómez Fuentes), podríamos adentrarnos en el tórrido cuasi mediodía de aquel 26 de diciembre de 1956 en Resistencia, Chaco.
Veríamos, entonces, a una mujer con panza de embarazo avanzado, atravesando las calles de Reconquista un abrasador diciembre de 1956. La veríamos ingresar con evidentes contracciones a la casa paterna. Matrona. Vecinas. Dilatación indicada. Transpiración. Sufrimiento. Como antecedente de lo que luego sería buena parte de su vida, la bebé producía un intenso dolor, aún antes de nacer. María Elisa «Lela» Rodríguez de Carrió pujaba, gritaba, puteaba, pero el alumbramiento no se producía. Un parto difícil, dos vueltas de cordón umbilical alrededor del cuello de la niña y el chillido de la bebé al poder respirar, acaso anunciando que a eso, precisamente, venía al mundo.
La nena venía también a llenar un vacío en la vida de su mamá. Un marido bastante ausente (por ser condescendiente), un hijo varón pequeño que ya mostraba inclinación hacia la figura paterna, y esa soledad de los mundos femeninos que la fantasía materna convierte en cuento de hadas: María Elisa (como Lela) Avelina (como la abuela) iba a ser criada como una reina… Una reina en el sentido más abyecto de la palabra, según la misma Lilita contaría en septiembre de 2019 ante un nutrido auditorio: «Yo nunca vi a mis abuelas o a mi madre lavar un plato«.
«Mi abuela era muy criolla, estaba muy pendiente del puchero y era timbera. Mis abuelas vivían de fiesta, las dos, la gitana y la analfabeta. Vivían la vida. La más bicha era la analfabeta: compraba tierras» para cerrar con una sentencia que, el pañuelo violeta, te lo debo: «Yo vengo a proponer un feminismo alternativo enseñado por mi abuela que decía: si vos sos reina, sos una inútil. Y si vos sos inútil tus hijos son útiles, tus maridos son útiles y nadie te deja hacer nada por miedo a que rompas algo. Esa soy yo«.
Las enseñanzas de su madre y su abuela Avelina dieron sus frutos. No pregunte cuáles: están a la vista.
Buenos Aires, 20 de agosto de 2022.
*Licenciado en Letras, escritor y periodista.