Señas particulares – Por Martín Kohan

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Señas particulares – Por Martín Kohan

Ilustración: León Ferrari.

Ilustración: León Ferrari.

Martín Kohan establece una diferenciación en torno a las posiciones de enunciación de una palabra, que son claramente distintas según se haga de la ideología una condición a señalar o una postura a rebatir, un objeto que se imputa o un objeto que se disputa.

Por Martín Kohan*

(para La Tecl@ Eñe)

 

Pasa así con las palabras, al igual que con tantas cosas. Tienen épocas de auge y otras épocas de olvido, etapas en las que se ponen de moda y etapas en las que se eclipsan. Por ejemplo, la palabra “botón” ha quedado últimamente algo relegada por la frecuentación mucho mayor de las variantes “cana” y “yuta” (tal vez en el mismo sentido en que, en un registro más formal, se usa menos “vigilante” para designar a un policía). Su empleo persiste en cambio en los cantos de las tribunas de fútbol; Maradona solía espetar “botón” con una incomparable carga de afrenta; el término consta asimismo en un tango por demás famoso: “Garúa”.

A diferencia de “yuta”, preferida porque facilita la resolución de la rima, y a diferencia de “cana”, que coincide con la designación de los lugares de encierro, “botón” (y su entera familia verbal: botoneo, botoneada, botonazo, botonear) remite primordialmente a la función de vigilar y delatar: al afán de identificación adoptado con el celo de quien teme que se le escabullan; por eso en cualquier fichaje policial (y “fichar” es un término que de por sí involucra también una acepción específica, la de vigilar), además de los nombres se consignan los alias y se reserva un casillero fundamental para las “señas particulares”.

En tales fichajes, género máximo del botoneo, el encuadre ideológico se aplica a ese mismo objetivo básico, el de la identificación. No difiere, sustancialmente, en tales casos, de cualquier otra “seña particular”, más un índice de peligrosidad potencial que va implícito. Nada que ver, por lo tanto, con la concepción política de la noción de ideología, en cualquiera de sus variantes, que se formula más bien en términos de un campo de lucha, un espacio de disputa sobre verdad y poder, visiones del mundo y dominación social. Las posiciones de enunciación son claramente distintas, según se haga de la ideología una condición a señalar o una postura a rebatir, un objeto que se imputa o un objeto que se disputa.

En la segunda variante, los cuestionamientos pueden ser ásperos, frontales, enfáticos, rotundos; pueden llegar a involucrar incluso, por qué no, ataques viscerales, embates polémicos, vehemencias mayores. Pero nada que se preste a confundirse, ni siquiera por mala fe, dado que la mala fe no falta, con el mero botoneo, con el propósito exclusivo de detectar y de identificar.

Buenos Aires, 2 de julio de 2021.

 

*Escritor. Licenciado y doctor en Letras por la Universidad Nacional de Buenos Aires.

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