El sociólogo Darío Capelli analiza en esta nota la escena política luego de las elecciones legislativas del 14 de noviembre.
Por Darío Capelli*
(para La Tecl@ Eñe)
1) Si la segunda ola del Covid en la Argentina fue socialmente desvastadora y los hechos que la enmarcaron (la vacuna de Verbitsky en febrero y la aparición, en agosto, de la foto del cumpleaños en Olivos) fueron los nubarrones que le hicieron errar la dirección al gobierno; las PASO, entonces, fueron directamente un tsunami que dejó en corto al tablero de mando. Cristina lo pateó y se calibraron todas las brújulas.
2) Lejos de promover dispersión, la carta de Cristina –después del sacudón inicial- terminó relanzando la unidad del Frente de Todxs.
3) Cada vez es más claro que los sectores mayoritarios dentro del armado son los que encabezan Massa (que cuadra a algunos gordos de la CGT y acuerda con pymes -y no tan pymes-), Máximo (que manda sobre La Cámpora –aunque por momentos parece haber más de una Cámpora, por la cantidad de terminales que tiene la organización- y cultiva vínculos aceitados con la CTA, parte de los movimientos sociales y sectores considerables de la juventud) y el propio Alberto (que, paradójicamente, retiene a algunos gobernadores mientras esos mismos gobernadores lo empoderen: es decir, se necesitan recíprocamente).
El Movimiento Evita es un factor importante pero juega suelto y, por su pragmatismo característico, fija rumbos de acuerdo a la dirección del viento.
El lugar de Cristina es el del alma del Frente de Todxs. Ella aporta mística, la mayor parte de los votos y el amor del Pueblo.
4) La remontada abre un horizonte de consolidación del Frente de Todxs como espacio político más allá de los usos electorales. No solo mejoró su performance en las urnas. En dos meses demostró, sobre todo, que se puede gestionar de otro modo, con el interés puesto en que, como dijo Cristina, el crecimiento dejen de llevárselo cuatro vivos.
5) En ese sentido, el mesurado discurso de Alberto al país, cuando todavía no se conocían resultados ni tendencias, fijó ciertos ejes que luego, ya con más euforia y clima militante, replicaron otros dirigentes en el búnker: unidad política y crecimiento con inclusión.
6) En ese mismo mensaje, Alberto también afrontó el tema de la negociación por el pago de la deuda con el FMI. Sin audacias pero con habilidad se posicionó en el centro de la escena y desde allí arrinconó a Cambiemos, convocándolos a rodear de acuerdos la hoja de ruta que trace Guzmán. Ahora son ellos quienes tendrán que demostrar si quieren colaborar en la discusión sobre cómo Argentina negocia el pago de la deuda o si van a seguir siendo cómplices de Macri que la contrajo para -según él mismo sinceró- regalársela a los bancos privados.
De la ya conformada comisión bicameral que investigaría el destino del préstamo, ni noticias. De relanzarla, menos.
7) Digresión aparte merece el formato de ese mensaje de Alberto ofrecido en cadena: el hecho de que estuviera grabado, su tono contenido, el llamado a un acuerdo con la oposición, dan la sensación de que podía funcionar en cualquier escenario: victoria, empate o derrota. Si esto fuera cierto, quiere decir que repetir el resultado de las PASO (e incluso empeorarlo) aparentemente estaba previsto.
8) El desafío de mantener un equilibrio de fuerzas dentro del FdT sigue intacto: ni Alberto, ni Massa, ni Máximo pueden, por ahora, hegemonizarlo y es deseable que ninguno quiera hacerlo. Cristina, insistimos, es el alma del FdT. No es que ella técnicamente lo conduzca. Es más que eso: le da vida, sentido y proyección.
9) Es menester que las fuerzas de una izquierda popular consoliden su propio lugar en este espacio. Por su naturaleza y dinámica (y para no ahogarse en la abstracción), la izquierda popular fue asumiendo una identidad kirchnerista ya que el kirchnerismo es -asimismo- la izquierda del peronismo. Su desafío, el de la izquierda popular, es fortalecer la unidad de acción y la articulación programática con ciertos movimientos sociales y organizaciones sindicales o políticas como La Cámpora pero sin disolverse en ella, manteniendo todas sus instancias de debate interno y los mecanismos de promoción de militantes a espacios de gestión en todos los niveles. Es fundamental que la izquierda popular y el peronismo de izquierda –o sea, el kirchnerismo- sean el semillero de los futuros dirigentes.
10) En las provincias donde se especuló demasiado y hubo una creencia desmesurada en roscas superestructurales o donde la jugada fue confusa como en Santa Fe, el Frente de Todxs perdió contra nadie.
A peronismo revuelto, ganancia del anti-pueblo.
11) La Provincia de Buenos Aires debe ser analizada en su especificidad: es más del 37% del padrón nacional pero de los trece millones de habitantes que tiene, casi diez residen en el conurbano, compuesto por dos de las ocho secciones electorales: la 1era. Y la 3 era. Ganar en alguna de ellas es mucho más que la pluma que inclina la balanza. Ganar las dos es cartón lleno. Se entiende que el mayor esfuerzo de gestión del gobierno provincial y que el grueso de la energía militante se vuelquen a los municipios del conurbano. No obstante, semejante concentración poblacional no ayuda a superar las medidas focalizadas (desde las políticas habitacionales o de desarrollo social hasta la realización de obras de infraestructura) con una agenda que prioriza al conurbano y relega al resto de los 135 municipios que componen la provincia. Es cierto que al interior de Buenos Aires afinca parte del macizo conservador argentino. Pero no habrá que esperar otra cosa mientras la distribución demográfica sea tan dispar.
12) Después del susto que les hizo pegar Lousteau en 2015, Cambiemos sumó ese sector del radicalismo y refrendó su fortaleza en la Ciudad de Buenos Aires, su tradicional base de operaciones. Hacer lo propio con Milei, dado su avance, implicaría quedar al borde de la ruptura con Lousteau. No se puede absorber todo. La derecha está lejos de resolver su interna sin dejar un tendal de heridos o romper acuerdos previos. En el cierre de campaña se escuchó clarito que los radicales le cantaron a Patricia Bullrich que con Milei no se hablaba. Y ayer, en dirección inversa, parece que se escuchó a un grupo de halcones en el búnker amarillo cantar que el que no saltaba era radical, mientras Lousteau y Tetaz saludaban desde el palco.
13) El custodio que llevó su mano a la cartuchera en pleno escenario libertariano cuando estaba a punto de hablar la negacionista del terrorismo de estado Victoria Villarruel, es un elemento novedoso en la política partidaria desde la transición democrática para acá. El pronunciamiento de repudio de todo el resto de las fuerzas políticas es urgente y debe ser enfático. Milei es el mascarón de proa de un fascismo armado que ya empezó a mostrar los dientes pero que no puede tener cabida en la Argentina.
Buenos Aires, 15 de noviembre de 2021
*Sociólogo, docente UBA-UNLaM, co-editor de la revista El Ojo Mocho.