POSTEMILLAS – Cuidado con los payasos – Por Vicente Muleiro

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POSTEMILLAS – Cuidado con los payasos – Por Vicente Muleiro

En su tragicómico forcejeo con Luis Majul, el comediante Alfredo Casero sinceró al periodismo “serio” de las mesas televisivas al acusar que todos sus protagonistas –y aún los políticos que defienden en esos foros- juegan la misma farsa en el mismo circo.

Por Vicente Muleiro*

(para La Tecl@ Eñe)

Postemilla. 1. Absceso que supura. 2. Punta visible de un tumor.   

Sincericidios. Hay momentos en los que el poder habla de sí  con una inesperada explosión de verdad y se desnuda casi sin darse cuenta. No por habitual sigue siendo curioso que sea desde el ámbito de la comicidad donde se abra esa puerta intempestiva. En los años del videlismo el cine de clase B, dócil y funcional a la dictadura, con sus comandos, sus superagentes parapoliciales y sus secuestros brutales, hablaba de la represión ilegal y guionaba la época sin proponérselo. Juan Carlos Calabró, por caso, en  la película Gran valor en la facultad de medicina -Cahen Salaberry, 1981- es  golpeado, vendado y encajado en el baúl de un auto que se pierde por las calles porteñas. No es el único ejemplo.

Puntos suspensivos. Este reflejo sincericida retornó el viernes  6 de mayo con el episodio que protagonizaron Luis Majul y Alfredo Casero en la pantalla La Nación +, un numerito impactante que marchó con todo mérito hacia el trade-topping. Porque más allá del inesperado desafuero, del pasto que dejaron para cortar los duelistas y sus corifeos –todos incómodos  y desplazados de su habitual pose indignada tras las palabras de Cristina Fernández- lo inesperado fue que Casero desmontó la farsa –de la que forma parte- con su fraseo espumoso y trunco, cargado de elocuentes puntos suspensivos.

Una manga de… La develación inoportuna (“ustedes son una manga de… todos ustedes”) en la que Casero también escupe para arriba, revela el montaje habitual de una commedia donde, como en la Commedia dell’arte de Carlo Goldoni, casi todos tienen un papel fijo, cómodo y, desde ya, muy rentable. Pero a él, a Casero, lo invitan como comediante profesional para subrayar efectos teatrales aunque es evidente que no está conforme con lo que le pagan.

Llevársela toda. En su furia, Casero disipó la gaseosa incomodidad contra quienes están “viviendo perfectamente”, gozan de “la pauta” y lo primero que hacen es “ponerse chupines y ganar plata” mientras a él le reservan el papel de “pelotudo”. Tal el plano del resentimiento privado. Pero decidió abrir más el juego: “Todo lo que vienen haciendo, lo están haciendo absolutamente sabiéndolo” se atropelló más con las palabras que con el concepto. “Los periodistas y los políticos lo saben. Saben que están haciendo y se están llevando todo”.

Yo sé que tú sabes que yo sé.  Ahí está el salto desde la queja particular a la descripción de lo general: ustedes, se lee en su vómito hiperrealista, están participando de un sainete a sabiendas y los políticos que defendemos también. Pero todos hacen caja y yo no. El bufón del principado neoliberal, el freak asimilado, sale demasiado barato.  

Un golpe en la mesa. Fuera del set Casero coronó la jugada con otra amenaza vía twiter: “Cuidado con los payasos, no les falten el respeto.” Lo profesionales de ese oficio saben que hay un momento en que el cuerpo habla, tal como habló el de Casero con el golpe que sacudió la mesa, malquistado por la imitación burlona de su contraparte clownesca.

Significado múltiple. Impresiona cómo Casero maneja la duplicidad de significados en el lenguaje. Al adjetivo “payaso” lo utiliza en sus sentidos contrapuestos. “Cuidado con los payasos”, dijo, porque se les escapa la verdad y escrachan sin culpa. Pero había dicho: “Estoy harto de los payasos de ‘Juntos por el cambio’”.

Uy qué miedo. La autodevelación del Cha cha cha fue completa. En la mesa integrada para destrozar a Cristina había dicho de la vicepresidenta: “no le tengo miedo”. Cuando arriaba furioso las banderas Majul le espetó a Casero: “No te tengo miedo”. Y él tornó sobre sus pasos y devolvió, autoincriminándose: “eso es lo que dicen los que tienen miedo”.

Fantasmas. Memorable y vengativa sinceridad de Casero que se transformó en una mancha venenosa para los que posan de serios. Ya se sabía que cierta política y cierto periodismo componen una mascarada olímpica y que riegan todos los días y con unción la arena de sus circos. Lo bueno es que lo digan ellos y que, payaseando tanto, ejerzan la competencia desleal contra un profesional. 

Fuiste. Acaso, al cargar a Casero, al despreciarlo ostensiblemente en público, están diciendo algo que al comediante le duele especialmente: ya no nos hacés falta, tenemos a un tal Milei.

Buenos Aires, 10 de mayo de 2022

*Escritor, dramaturgo, poeta y periodista.

     

7 Comments

  1. apico dice:

    Excelente su nota. El otro payaso mencionado, es mas peligroso, no solo porque es un psicópata, sino porque viene apalancado por los dueños del circo y no solo por sus amanuenses. Si consigue el poder, será ,un payaso asesino, cosa que el demente de Casero, no aspira.

  2. Leandro Boero dice:

    Maravillosa pieza literaria!

  3. Clara y contundente nota!

  4. Mario Luis dice:

    Gran obrita de teatro explicito, fecundaron el huevo de la serpiente y les salto a la yugular. A no confiar, nada cambia y los payasos siguen actuando dia a dia.

  5. Acosta dice:

    Excelente análisis el suyo, Muleiro!!

  6. Excelente nota con un remate oportuno y sagaz